José María San Román Cutanda

A Vuelapluma

José María San Román Cutanda


Santiago Sastre, en la última camisa de Machado

30/05/2022

Cuando Machado murió en Colliure, su hermano encontró en el bolsillo de su viejo abrigo un papel arrugado, que parecía no tener importancia, pero que significó su testamento poético. Solo dos versos: 'Estos días azules/este sol de la infancia', que fueron lo último que nos dejó. Los días azules y el sol de la infancia parecen páginas de lo cotidiano sin más, pero en su fondo esconden las esencias de lo más íntimo de los recuerdos del autor. Ochenta y tres años después de la muerte del poeta, Santiago Sastre ha publicado su libro 'La última camisa de Machado. Cavilaciones, lecturas y comentarios' (Celya, 2022). Una obra escrita mediante pequeñas pero profundas reflexiones, cuyo título hace referencia a una anécdota de las postrimerías de la vida de Machado, quien llegó a Francia con una sola camisa que tenía que lavar y secar continuamente para poder salir de la habitación del hotel en el que vivía. Dice Santiago que la reflexión que saca de esta anécdota es la de que hay que vivir ligeros de equipaje. Yo, por mi parte, creo que se ha puesto la camisa de Machado, y no el abrigo, porque es quizá lo que más ha rozado al pulso interior del poeta sevillano.
Este último libro de Sastre, presentado el pasado viernes en el Castillo de San Servando, recoge un florilegio de reflexiones breves en las que el autor aborda multitud de temas. O, cuando no lo hace, nos ofrece un haiku, un verso o una experiencia. En esta obra, Santiago Sastre se desnuda emocionalmente y nos demuestra algo que sus lectores habituales conocemos: su capacidad para enseñarnos a llevar el alma en el bolsillo, como las llaves de casa o la cartera, las cosas importantes que no siempre valoramos y que utilizamos sin pensar en lo que nos abren a cada momento. Quiero decir con esto que es un autor que hace sentir su compañía a su lector, haciendo de lo que parece insondable un elemento más cercano, acercando la reflexión al día a día. No se recrea en argumentos inabarcables, sino que trata de acercar lo que piensa para que cada uno saquemos nuestras propias conclusiones y vivamos con los pies en el suelo. Él mismo lo escribe: «Me gusta sentir el suelo. Por eso me desplazo descalzo en muchas ocasiones en casa, en la calle, en un parque. Me encanta esa toma de tierra de sentir el tipo de firmeza que tengo bajo mis pies, pues la vida está llena de oleajes y tierras movedizas». Denle una vuelta profunda a esta reflexión, queridos lectores, porque tiene mucha miga. Píldoras sobre amor, literatura, sexo, costumbres, consejos, historia, filosofía, poesía… Un libro, en fin, que no puede leerse de una sentada, sino que resulta más interesante leer diariamente una o dos reflexiones y procurar aplicarlas, o darles una pensada, o incluso buscar algo más sobre su contenido. Este tipo de libros cuyo formato está basado en cápsulas es una muestra de generosidad de su autor, que nos ofrece lo que él ha reflexionado o estudiado en el pasado y nos lo brinda no para que pasemos por su argumento, sino para que construyamos uno nuevo. Santiago Sastre dedica este libro a sus alumnos universitarios, porque él también se siente alumno de la vida real. Hemos hablado no pocas veces sobre el concepto del 'homo viator' ('hombre en camino'), que es el que, en el fondo, está más abierto a la experiencia sensible y al análisis racional. Y también, si nos ceñimos a lo teológico, el que camina silenciosa pero firmemente hacia la Vida.
Solo en este año 2022, Santiago Sastre ha publicado ya dos libros. El primero de ellos, sobre el que también quiero hablar un poco, es un poemario religioso titulado 'Una palabra tuya bastará' (Celya, 2022), que dedica a su padre tras su reciente fallecimiento. Es un poemario breve, en el que trata de desgranar desde su experiencia algunos de los simbolismos y los valores de una creencia edificada en una confianza sincera. Recordemos que el título del libro recoge las palabras del centurión romano que quería que Cristo curase a su hija, pero que confiaba en que con una sola palabra suya sanaría sin necesidad ni siquiera de su presencia. Su lectura se hace muy sencilla. Tanto como el autor logra que el lector se implique y pueda verse reflejado en la cotidianeidad de su particular experiencia interior: «Me calma/saber que me comprendes/que conoces todos los capítulos de mi historia/lo que me pasa sin necesidad de abrir la boca./Me conformo con estar junto a Ti/aunque me despiste pensando/en lo que tengo que hacer luego». La dedicatoria a su padre, que es el trasfondo sobre el que se edifica la obra, le aporta un interesante tinte de catarsis interior que lo hace todavía más fieramente humano. Me encantó leer el poema titulado 'Lo que sé de Dios', en el que el autor narra su propia historia, y que es una muestra evidente de que los poemas que recoge este libro son una experiencia unitaria, en la que el lector goza de una sencillez comprensiva que, sin embargo, contiene profundidad intelectual y teológica. De este poema, me quedo con dos fragmentos. Uno, de la profundidad de la fe: «Solo sé de Dios/lo que Él quiere que sepa/y con eso para mí es suficiente./Me fío de él./Dejo mi caminar en sus manos lazarillas». Y otro, lleno de anhelos de eternidad, sobre la resurrección: «Con tu resurrección diste a la carne/otra oportunidad para ser carne./Ofrecías un modelo de hombre/para que fuera más pleno, más humano/con mejores alas y raíces». Y un tercero, también con ansias de lo eterno, titulado 'El argumento de la Justicia', y que tengo el honor de que me dedique su autor: «La vida exige otra vida/en la que triunfe definitivamente la justicia».
La producción literaria de Santiago Sastre es impresionante, tanto por la rapidez con que publica como por la variedad temática y de registros en que se maneja con destreza y agilidad. Sus novelas policiacas y detectivescas, sus poemarios como Arroz tres caricias o A cuerpo gentil y obras como la que acaba de publicar demuestran que su mente no deja de funcionar ni un instante. Y siempre, ofreciendo su saber a los demás. Porque, como sigue siendo un alumno perenne, está convencido de que hay que dar gratis lo que gratis se recibe. Porque tengo el orgullo de gozar de su amistad, de aprender de su técnica y, sobre todo, de poder dialogar con él sobre tantas cosas, les recomiendo que compren este último libro y disfruten de sus reflexiones. Pero háganlo despacio, sorbo a sorbo, como se bebe una buena cerveza o se degusta un buen vino. Y, sobre todo, disfruten la experiencia. Yo ya lo he hecho. Ahora, me toca compartir un par de cervezas con mi amigo Santiago y comentar. Un gran placer.

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