Ayer, coincidiendo con la celebración del día de Europa, se inauguró la Conferencia sobre el futuro de Europa, convocada por el presidente del Parlamento europeo, el primer ministro portugués en nombre de la Presidencia del Consejo y la presidenta de la Comisión, para que los europeos hagamos oír nuestra voz sobre en qué Europa deseamos vivir y darle forma. La idea clave es el diálogo con la ciudadanía. Es decir, los europeos debemos tener un papel más destacado en el proceso de toma de decisiones y más activo en la configuración de las políticas. Ello es así porque es preciso potenciar la identificación de los ciudadanos con la Unión. En el Eurobarómetro publicado en abril, resultado del trabajo de campo en febrero y marzo, el porcentaje de encuestados que afirma confiar en la Unión es el 49%, no confía el 43% y no se pronuncia el 8%. En el caso de España, el 52% afirma confiar, el 38% no confía y el 10% no se pronuncia.
   La celebración de la Conferencia inicialmente planteada por Macron, la retomó la presidenta de la Comisión Ursula von der Leyen quien, en julio de 2019, proclamaba como una de las prioridades que definirían su futuro mandato el impulso a la democracia europea otorgando a los ciudadanos un papel más importante en la toma de decisiones.
Para ello se organiza la Conferencia, que debería haberse iniciado en 2020 y que terminará en la primavera de 2022, con el propósito no declarado de que finalice antes de las elecciones presidenciales francesas, y que reunirá a ciudadanos, incluyendo un papel significativo para los jóvenes, la sociedad civil y las instituciones europeas como socios en pie de igualdad. El trabajo de la Conferencia se articula en un enfoque ‘de abajo hacia arriba’, centrado en los ciudadanos a través de múltiples eventos y debates organizados en toda la Unión con la participación de la ciudadanía y sus estructuras organizativas: parlamentos nacionales y regionales, interlocutores sociales, mundo académico, etc. Y ello se llevará a cabo tanto presencialmente como a través de una plataforma digital interactiva multilingüe ya activa, lo que facilitará la participación.
Las instituciones europeas se comprometen, por tanto, a organizar paneles de ciudadanos europeos, para tener en cuenta las contribuciones realizadas y orientar el trabajo del plenario de la conferencia mediante la formulación de una serie de recomendaciones. Dichos paneles deben ser representativos en términos de origen geográfico, género, edad, nivel educativo de los participantes. Cada Estado miembro y cada institución pueden organizar más eventos, de acuerdo con sus especificidades nacionales o institucionales y aportar contribuciones adicionales a la conferencia, como paneles de ciudadanos.
Este es un aspecto que ha recibido algunas críticas afirmando el riesgo de organizar encuentros reducidos a paneles en vez de asambleas organizadas e independientes. No obstante ello, el 76% de los ciudadanos europeos cree que la Conferencia representa un progreso relevante para profundizar la democracia al interior de la Unión. De lo que se trata es tanto abordar los objetivos presentes y futuros como mejorar el funcionamiento de las instituciones europeas, logrando una mayor participación e implicación de los ciudadanos. El objetivo principal de la conferencia es aumentar la participación y el sentido de pertenencia de los ciudadanos europeos en el proyecto de integración, lo que es importante para combatir el euroescepticismo.
No se vaticina, por tanto, una reforma ambiciosa del Tratado, como se planteó en la Convención sobre el futuro de Europa, hace poco menos de 20 años. Ahora bien, ello no significa que no puedan formularse en esta Conferencia propuestas que impliquen modificaciones del Tratado sobre asuntos específicos que puedan alcanzar un amplio acuerdo.