Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


"Callejero", la columna semanal de Juan Ignacio de Mesa

29/03/2021

Para que un Ayuntamiento cambie el nombre de una calle, tiene que haber motivo justificado. Lo de menos puede ser el coste que supone el sustituir la señalización, comparado con el perjuicio de cambio de dirección que para empresas y particulares supone. Quizás por eso en Toledo se hacía más cómodo dedicar una calle, antes que cambiarla el nombre. Pero con la entrada en vigor de la Ley de Memoria Histórica aprobada en octubre de 2007 bajo el Gobierno de Zapatero, se puso en marcha los cambios a que esta obligaba para retirar menciones que hicieran referencia a la sublevación militar de 1936, a la guerra civil y a la represión posterior. Y lo que podía haber sido un intento de reconciliación, implicó algunas situaciones no muy justificables e, incluso algunas decisiones poco razonables e incluso risibles si no fuera por la seriedad con que deben tratarse estos temas. Y nos encontramos con el lío montado por el Ayuntamiento de Palma con el cambio de nombre de algunas de sus calles. Que se consideren «franquistas» a los almirantes Churruca y Gravina que llevaban un siglo muertos cuando estalla nuestra última guerra civil, no tiene un pase, es más, los barcos de la Armada española que tenían dicho nombre, se mantuvieron fieles a la República durante la guerra a diferencia del buque Almirante Cervera que si estuvo en el bando Nacional, buque así llamado en memoria del Almirante que comandaba la flota que fue vencida por los norteamericanos en aguas de Santiago de Cuba. Y lo de quitar el nombre a la calle Toledo, es curioso. Se aduce por quién llegó a proponer tal decisión (parece ser que el Ayuntamiento encargó el estudio del callejero a un Doctor en Historia con un coste de 15 mil) que así se llamaba la calle en recuerdo del Alcazar de Toledo. Si esto fuera así por sus connotaciones franquistas los miembros de la corporación de Palma deberían saber que en Toledo la Guerra Civil duró tres años, mientras que en Mallorca no duró ni un día ya que allí se impuso el bando Nacional desde el primer momento. ¿No será que adoptan estas decisiones por tener vergüenza de lo que pasó en su ciudad en 1936?