Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Una senda en Vega Baja

13/05/2021

Con frecuencia atravieso, caminando o corriendo, la Senda de las Moreras en la Vega Baja de Toledo. Apenas son cuatrocientos metros, flanqueados, ahora, por coloridas flores silvestres, pero que conforme pasan las estaciones ofrece bellezas distintas. Abierta en 2020, cada vez estoy más convencido de que es lo mejor que le ha ocurrido a este paraje desde hace años. Días pasados, los alumnos del Colegio Público ‘Fábrica de Armas’ han apadrinado a las moreras allí plantadas, colgado de ellas cintas de colores con códigos QR que nos permiten acceder a video mensajes sobre sostenibilidad, diversidad y respeto medioambiental realizados por ellos.
Desde que en 2006 se paralizase el proyecto para construir 1.300 viviendas en la Vega Baja, salvo unas primeras campañas de excavaciones arqueológicas y labores periódicas de desbroce, poco más se ha hecho por proteger los restos visigodos allí existentes o por generar su puesta en valor. En este periodo, eso sí, no han faltado voces teorizando o especulando sobre cuantos males podrían arruinar el lugar de no atenderse sus vehementes postulados conservacionistas.
De tan persistente furor no se libró la Senda de las Moreras, concebida para explorar nuevos usos en la zona y mejorar el acceso desde los barrios de Santa Teresa y Poblado Obrero a las riberas del Tajo. Algún académico tildó despectivamente el proyecto como ‘caminillo’ innecesario, no regateando chanzas sobre los arquitectos que lo redactaron. Otros sostienen que tal acción ha dividido ‘irremisiblemente’ el yacimiento, hipotecando posibles actuaciones futuras en el mismo, obviando que tal actuación es reversible. Frente a tales postulados, la Senda ha sido seleccionada para el premio ‘Rosa Barba’ que se fallará durante la próxima Bienal Internacional del Paisaje de Barcelona.
Considero que la acción desarrollada por los alumnos del Colegio ‘Fábrica de Armas’ es más que otra actividad escolar al uso. Apadrinando las moreras se da un buen paso para entender la Senda, comprenderla e incorporarla al intangible emocional colectivo, respaldando el atinado criterio de quienes la diseñaron y promovieron. Para que Vega Baja deje de ser un incómodo descampado en mitad de Toledo y disfrutar de sus valores culturales y paisajísticos es preciso que allí ocurran cosas. Y la Senda, sin duda, cumple con ello.