Miguel Ángel Sánchez

Querencias

Miguel Ángel Sánchez


La línea del verano

29/07/2022

El verano es una línea que retengo con la mano, un horizonte azul más allá de los vencejos. Lo recojo y lo meto en una hoja de papel, tinta verde en la pluma. Tardes de luz artificial, paisajes aéreos de almendros, barbechos, cebadas, trigos, olivos, algarrobos… Teruel desde el cielo es un paisaje de sierras, ocres y abandonos. Una mañana crucé la provincia en una avioneta minúscula, y recuerdo las filas del verde potente y nuevo de las alamedas marcando las cicatrices de regatos invisibles entre la tierra apretada y gastada; y los pueblos ya perdidos para siempre, tomados por el color del paisaje. Al final la tierra puede con todo. Con todos.
En los auriculares el Not Now John de Pink Floyd. Tomo notas, cierro fechas. El verano es la distancia del Mediterráneo desde una villa blanca y abierta al viento. En aquella película Alain Delon toma el sol sobre el borde de la piscina. Romy Schneider se zambulle y le salpica, y se queda de pie sobre él para que el agua escurra por su cuerpo, por sus muslos, y le moje. Luego él le desabrocha el bikini y se besan. Jacques Deray, 1969. Buen año. Necesito el viento ardiente de la dehesa, el testudo de las encinas protegiendo con su coraza mínima de hojas duras y supervivientes. Verano y estío, más allá de la raya donde todo queda detenido, como paralizado. Hasta que lleguen las tormentas y despierten al dragón. ¿Recuerdas aquel poema de Keats, Her Triumph? Hablaba de la voluntad, del dragón, de sus anillos, de las cadenas; de San Jorge y de Perseo. Ahora no lo tengo aquí, pero un dragón rojo sobrevuela Calanda en mis pantallas esta tarde de jueves de julio que se acaba. ¿Volver? Sí, hay que partir. Mirar atrás por última vez y contemplar el puerto que se va haciendo pequeño, una línea. Hasta que desaparece. Y la tormenta al frente. Nadar hasta lo más profundo, que los pulmones estallen. Y luego subir con el sabor a sal en la boca.
Ahora suena el High Hopes de Pink Floyd. Las campanas, el zumbido, el piano martilleando la lección…, y la tristeza, más que por lo pasado, por lo que ya jamás volverá. ¿Te acuerdas de los saltamontes azules y aguamarina de las pozas esmeralda de Gredos? ¿Del agua fría entre los helechos y el polvo fino de las arenas de oro? ¿Y del olor de los enebros al anochecer? Todo está ahí, en la línea del verano que detengo en un segundo con tinta verde.

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