Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Febrerillo loco

23/02/2023

El refranero, compendio de sabiduría popular de fácil transmisión oral, tiene adagios en su repertorio que nos dan idea de por dónde nos andamos y qué podemos esperar en cuestiones del calendario meteorológico, antes de recurrir al de la AMET que científicamente construye sus previsiones, mediante el tratamiento estadístico de variables meteorológicas, astronómicas, hidrológicas, fenológicas, medioambientales o climáticas.
Con Febrerillo loco, ningún día se parece a otro nos advierte de que el tiempo inestable propio de este mes – lo que se manifiesta tanto con imprevistos cambios de temperatura como con inesperadas rachas de viento, lluvias, nieves o heladas nocturnas- no nos ayudará a planificar las labores del campo. Con Por San Valentino, los almendros florecidos, nos recuerda que en febrero va despertando la tierra, dando indicios tempraneros que hacen de emisarios de la primavera. Para los narcisos no he encontrado ningún dicho común que los señale como heraldos, a pesar de que hace días que empezaron a brotar y entallecer, abriendo sus hermosas flores a la par que los almendros que los cobijan y veo desde mi ventana.
Curiosamente esta bella amarilidácea bulbosa está relacionada con unos cuantos mitos con los que los clásicos interpretaban la realidad, que también se compone de sentimientos y comportamientos humanos. En la leyenda Narciso y Eco, que Ovidio narra en su Metamorfosis, van apareciendo personajes que encarnan esos interesantes mitos.
Narciso que con su hermosura hace olvidar a su madre, la ninfa acuática Liriope, que, en la profundidad de las aguas, el río Cefiso abusó de ella. El vidente Tiresias, que solo al perder la vista fue capaz de predecir el futuro, le previene de que su hijo estará perdido cuando se encuentre con su propia belleza. La ninfa Eco, enamorada de Narciso, que no podía hablar y tan solo repetía el final de lo que oía, ya que fue condenada por la diosa Hera por distraerla, con su charlatanería, con el fin de Zeus pudiera burlar su control. Narciso que, vanidoso y soberbio, vivía despreciando a todos, rechazó cruelmente a Eco, por lo que la diosa Némesis, encargada de equilibrar los excesos de los hombres, le castiga a enamorarse de sí mismo. Así, al verse reflejado en el arroyo e intentar alcanzarse, se ahogó. Allí donde murió, nació la flor que hoy es la alegoría del renacimiento y de una nueva oportunidad.
He divagado. Mi verdadero interés era escribir sobre el poco interés que despiertan en España los jardines, a excepción de los clasificados históricos o botánicos. Tampoco estoy segura de que se pueda identificar un jardín español como se hace con un jardín paisajista inglés del XVIII con su aparente libertad dispositiva de la naturaleza. Afición por los entornos naturales con la que se alejó de las imposiciones geométricas del jardín clásico francés del XVII. También de los jardines italianos del renacimiento florentino, de inclinación culturalista y simbólica e inspirados en los principios humanistas donde, por ejemplo, la dificultad que entraña descubrir la verdad se representa con laberintos de verdes setos. Lo haré otro día.