Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Se nos va de las manos

23/02/2023

Esto se nos está yendo de las manos. Toledo se ha convertido en un escenario de lujo, en el que los turistas caminan con  sus maletitas de ruedas chocando contra los adoquines, mientras los residentes andan sobresaltados por esos ruidos que socavan su tranquilidad, sumados, en ocasiones, a la caída de cascotes de las obras de hoteles que amenazan sus patios.
Es cierto que el gobierno del Ayuntamiento ha elaborado una normativa para regular los apartamentos turísticos, pero sin la contundencia  y la valentía de la ley portuguesa, que prohíbe la concesión de nuevas licencias, en una lucha por devolver a los vecinos el centro de sus ciudades, ahora presas de los delirios de inversores que se adueñan, cartera en mano, de los inmuebles más cotizados, con una voracidad desaforada. Incluso contando con ayudas públicas para su rehabilitación. Es lo que se llama gentrificación, una realidad que los lusos pretenden frenar de una vez por todas. Un aplauso, pues, a la iniciativa de Portugal, que vuelve a dar ejemplo.
En Toledo, esa tibia regulación de los pisos turísticos, un apaño para callar bocas, solo permite que esos alojamientos se sitúen en las plantas baja y primera de los inmuebles del Casco. Como en la zona histórica no predominan precisamente los rascacielos, el futuro pinta mal para quienes se empeñan, con todo el derecho del mundo y una merecida ovación de sus vecinos, a conseguir que el Casco sea un hogar para vivir. Y soñar.
Por si fuera poco, el lunes nos levantábamos con una exclusiva de este periódico: la construcción de un hotel de cinco plantas junto al puente de la Cava, a orillas del Tajo, un proyecto que se retiraba de la mesa de la Comisión de Urbanismo el mismo día. Sin dar explicaciones. ¿Para qué? Las elecciones están a la vuelta de la esquina y no conviene enfadar más de la cuenta a aquellos pesados que apostamos por conservar la esencia de Toledo. Porque, no nos engañemos, tras las municipales, si el Consistorio sigue con el mismo plantel, tendremos hotel junto al puente de la Cava y hasta en el Cerro del Bú, que allí las vistas son excepcionales.
Que Toledo navega en un mar de aguas turbias es evidente. Que no existe proyecto de ciudad, también. Que seguimos sin contar con un Plan de Ordenación que guíe el crecimiento de la capital y diseñe su futuro, es otra verdad como un templo. Y así van pasando los años, las legislaturas, la vida entera, casi.  Y, de repente, nos sorprendemos con aprobaciones precipitadas de macrohoteles en el Casco o de resorts, que me da a mí que esa es la filosofía del establecimiento que ahora duerme el sueño de los justos en un cajón de Urbanismo, aunque, ya ven, con todos los informes a su favor.
Y aquí entramos en un punto en el que los políticos, también los de la oposición,  pasan de puntillas: ¿ganar unas elecciones da derecho a ajustar la legalidad a los intereses del vencedor? ¿No se debe exigir a quien gobierna que rinda cuentas de su gestión, más allá de las urnas, ante instituciones de prestigio que velen por el respeto a un Patrimonio de la Humanidad, caso de Toledo? Si el sistema está podrido, es hora de actuar. Porque el futuro de la ciudad está en juego y hay que evitar males irremediables. Y estamos tardando.