Jorge Jaramillo

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Jorge Jaramillo


La tierra no se mueve

25/01/2021

Un exhaustivo estudio del Ministerio de Agricultura (MAPA) sobre el acceso a la tierra enfoca y fotografía con precisión el problema que tantos jóvenes vienen denunciando desde sus incorporaciones: la imposibilidad de encontrar las hectáreas que necesitan para arrancar, para ampliar o incluso para rotar cultivos.
Cuando el emprendedor es heredero y ha consumado en la notaría el traspaso del patrimonio familiar evidentemente sortea un escollo importante, pero si tiene que buscarse las habichuelas es cuando se da de bruces con el principal obstáculo para protagonizar sin sobresaltos el relevo que toda la sociedad está reclamándoles. Si a la falta de tierras le sumamos la dificultad de contar con agua o derechos de riego para lograr la máxima rentabilidad, o incluso la financiación para despegar con cierta solvencia, el asunto se complica más a veces.
   Sin embargo ahí están, intentando superar barreras, alzando la voz ante quienes les quieran escuchar alimentando el debate con sus experiencias cuando el diagnóstico exige ya de remedios y soluciones sin dilación.
El estudio dice que España es el segundo país de Europa donde menos movilidad de tierras se produce, donde menos compraventas de superficies rústicas se registran al representar tan solo un 0,25 por ciento del total de rústicas cada año. Si además sobrevolamos nuestro campo, de los 23,5 millones de hectáreas agrarias útiles (SAU) computadas por el catastro y el SIGPAC en todo el país, el 60 por ciento está en manos de propietarios, la mayoría de edad muy avanzada y titulares mayores de 65 años.
El arrendamiento –que en países como Alemania supera el 80%, o en Francia el 55- supone en nuestro campo poco más del 30 por ciento. Siendo esta una fórmula que resuelve la planificación de cualquier agricultor que opta por crecer, por diversificar, presenta todavía problemas para trabajar con cierta tranquilidad. De hecho, algunas de las soluciones que proponen los más de 30 expertos que han trabajado en la elaboración del documento abogan por fomentar la duración de los contratos, al menos a cinco años lo que implicará una reforma de la Ley. También sugieren revisar la fiscalidad de las transmisiones de las tierras para incrementar la movilidad teniendo en cuenta que hay mas de 2,3 millones de hectáreas en el país improductivas, sin actividad, o directamente abandonadas. Aunque ¿dónde están? No existe un registro o banco de tierras que el productor pueda consultar; esta es otra de las necesidades que señalan así como propiciar que los Ayuntamientos puedan gestionar su aprovechamiento.
  Asimismo, el valor sentimental pesa mucho sobre las tierras agrarias. Y aunque pueda resultar romántico, se convierte al final en un freno para los cambios de titularidad. El miedo a perder los derechos o las ayudas de la PAC es por otra parte, otro gran condicionante cuando sin embargo no hay motivos para llegar a esa conclusión porque los títulos vuelven al dueño cuando finaliza el contrato.
Los analistas apuntan a otro fenómeno que sigue distorsionando el valor de la tierra. La conversión del uso a fines turísticos, industriales, forestales o energéticos; en los últimos 20 años casi 3 millones de hectáreas. El boom de parques o huertos solares en la estrategia de economía verde asfixia a los jóvenes porque dispara el precio de unas tierras ya de por sí escasas, dando entrada a la especulación y a operadores o inversores de otros ámbitos que posiblemente les importe un pimiento la continuidad de la actividad agrícola o ganadera en esa zona aunque dejen fuera de juego a los mismos que nos alimentan.