Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Ligas antivacunales

19/09/2019

Fue en China hacia el siglo XVI donde se descubrió la protección contra la viruela con experimentos basados en sus principios ancestrales de prevención y curación de las enfermedades. Mientras en Europa morían miles y miles de personas en aquel tiempo, ellos conseguían proteger a su población inoculando pústulas de personas infectadas a las sanas.
Por cierto, que muchos asociamos la ciencia y medicina china con útiles saberes antiquísimos y tradicionales que no evolucionan. Nada más lejos de la realidad pensaran otros. Recuerdo que asistí, no hace mucho, a una conferencia impartida por un científico dedicado a la biotecnología que contaba como cada vez había más investigaciones relevantes en su ámbito publicadas en chino en lugar de en la lengua franca inglesa. Le parecía extraño y pensaba que los chinos tenían un problema por no conocer y emplear el inglés en sus publicaciones. Hasta que cayó en la cuenta de que el problema y grave lo tenía él por no poder leer chino, lo que le restringía el acceso al avance de sus investigaciones que despuntan actualmente en la comunidad científica internacional.
Este inicio en el camino de la inmunología sirvió de base para el descubrimiento de la inmunización vacunal por Edward Jenner  en 1796. Aun siendo uno de los mayores logros de la humanidad para la salud pública, desde el principio tuvo muchos detractores por motivos religiosos o éticos organizados en ligas antivacunales que aún perduran.
La vacunación no solo protege al que se vacuna sino que también proporciona una inmunización colectiva  cuando se alcanzan unas tasas de vacunación adecuadas. Cuando el porcentaje de personas vacunadas es alto se consigue que la enfermedad infecciosa se manifieste con menor incidencia y virulencia reduciendo la posibilidad de un brote epidémico y que aquellos que no se vacunan, por ejemplo enfermos crónicos con sistemas inmunológicos debilitados, queden expuestos a enfermedades graves.
Sigue habiendo opositores, a pesar de que la ciencia ha recopilado suficiente conocimiento para demostrar que no existen pruebas creíbles que corroboren que la vacunas estén relacionadas con el autismo, la diabetes, el cáncer, la esclerosis u otros efectos adversos similares y sí que el riesgo a la infección natural sobrepasa con creces cualquier efecto vacunal registrado. La desconfianza y el rechazo a las vacunas preocupan a las autoridades sanitarias mundiales por su efecto inmediato en la propagación de enfermedades infecciosas muy graves como el sarampión. Según la OMS, al disminuir la tasa de inmunización en Europa se ha pasado de 5.273 casos en 2016 a 89.994 casos en el primer semestre de 2019, perdiendo varios países su estatus de libre. En España hay una amplia aceptación de la vacunación como lo demuestra que las tasas de coberturas de primovacunación o de la triple vírica superen el 90%, aunque en el caso de la gripe se mantenga en un insuficiente 56%.
El debate estriba en cómo conseguir fomentar la inmunización para prevenir enfermedades graves y ha sido el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Vacunación que se celebró la semana pasada en Bruselas.