Aurelio de León

Greguerías

Aurelio de León


El significado de unos premios

19/05/2019

Muchas instituciones y, principalmente, las administraciones públicas suelen premiar a personas concretas o a colectivos con el fin de sacar a la luz determinados valores que inciden de forma significativa en el bien de la sociedad. Así ocurrió entre nosotros hace unos días. Coincidiendo con la semana de Las Mondas, nuestro Ayuntamiento concedió los premios “Ciudad de Talavera” a paisanos nuestros y asociaciones talaveranas que, por su buen hacer, dentro y, en algún caso, fuera de nuestros límites locales y nacionales, han destacado en determinados aspectos que afectan al bien y progreso de nuestro pueblo. En la presente edición han sido premiadas actuaciones en favor de la ciencia, el arte, la solidaridad, la economía, la identidad local y comarcal, la dimensión músico-cultural. Estos premios tienen para mí un sentido esclarecedor de la labor realizada en la construcción de una ciudad y una sociedad que luchan por humanizarse cada vez más.

Hay personas que no ven con buenos ojos estos premios porque, según ellos, contradicen el consejo evangélico, convertido para nosotros en norma de conducta, de ser humildes como palomas o de que no sepa nuestra mano derecha lo que hace la izquierda. Este consejo tiene ciertamente su razón de ser y manifiesta un valor de autenticidad humana, pero no está reñido con la autoestima ni tampoco con la aceptación de un galardón. Podríamos fijarnos igualmente en otras afirmaciones evangélicas que nos invitan a no ocultar lo bueno que existe en nosotros, como aquella de que no se enciende una luz para ponerla debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los de la casa, o la que nos invita a actuar de tal forma que los hombres vean nuestras buenas obras para que, a través de ellas, den gloria a Dios. En una sociedad en la que tan fácilmente nos fijamos en lo negativo no viene mal dar a conocer todo lo valioso que en ella existe y que se manifiesta en las actuaciones de personas que luchan por hacer un mundo más humano, más solidario, más hermoso, más habitable.

Los ciudadanos tenemos derecho a conocer a estas personas y asociaciones galardonadas y las autoridades hacen muy bien en ponerlas ante nuestros ojos, ya que ello puede servir de estímulo y aliento para seguir su ejemplo. No se trata de una concesión a la vanidad ni de un reconocimiento del valimiento y excelencia individuales que humille a los demás, sino de la autoestima común de los valores de un pueblo que, encarnados en la labor de determinados ciudadanos, nos impulsa a la lucha por conseguir mejorar nuestra ciudad y nuestra sociedad. No olvidemos aquel viejo refrán latino: Verba volant, exempla trahunt, las palabras vuelan y desaparecen; los ejemplos arrastran, tiran de todos nosotros y hacen que crezcamos como personas.