Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Y ahora, lo cercano

19/05/2019

El domingo las urnas nos esperan. No sé qué pensará usted, pero me parece que esta campaña no tiene la intensidad registrada en las pasadas generales, cuando la izquierda, gracias a una importante movilización social, obtuvo buen rédito electoral. Es cierto que desde entonces, la derecha ha modulado sus mensajes. Salvo excepciones, como Isabel Díaz Ayuso, candidata del PP a la Comunidad de Madrid, o Javier Ortega Smith, cabeza de cartel del Vox en las municipales de Madrid, quienes nos están dando tardes gloriosas con su verborrea, parece que han optado por situarse ante los micrófonos con pies de plomo para no asustar ni desbarrar. Tactismo puro, evitando dar oportunidades a los adversarios políticos.

Al margen de las europeas, dado el carácter municipal y regional de estos comicios, los mensajes electorales tienen un componente localista que les alejan de los grandes focos mediáticos. Ello no debería desengancharnos de la campaña, relajando nuestra tensión y contribuyendo a que la participación pueda reducirse. Aunque algunos se empeñen en sostener lo contrario, en nuestro ámbito más próximo la ideología también cuenta. Importa, porque sobre ella deben sustentarse los programas de gobierno y la gestión futura. Cualquier decisión tomada desde un ayuntamiento o autonomía implica, quiérase o no, matices políticos que responden a las diferentes formas en que cada partido concibe la acción pública y su relación con los ciudadanos. Ahí está, como ejemplo paradigmático, cuanto ocurrió en Castilla- La Mancha durante los años de Cospedal y cuantos esfuerzos están haciéndose para recuperar lo perdido.

Así pues, no nos olvidemos de que el domingo hay que volver a votar no arrinconando las convicciones. Quienes quieren imponer perfil bajo a sus campañas lo hacen rumiando que un electorado abstencionista y desmotivado se corresponde con una colectividad más fácil de manejar. Nuestro voto es una herramienta poderosa. Cuando hacemos dejación de ese derecho, delegamos en terceras personas nuestra capacidad de decidir e influir en la gestión pública. Es una renuncia estéril e inútil que corroe la calidad de nuestra democracia. Quienes nos acostamos el 28A con sensación de alegría, alivio y esperanza, no debemos quedarnos ahora en casa, porque desde lo pequeño, lo cercano y lo menudo también se gana el futuro.