Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Igual de trogloditas

08/01/2021

Donald Trump hace tiempo que se ha convertido en una caricatura de sí mismo y muchos de sus seguidores quieren ser como él. En demasiadas ocasiones, no hay posibilidad de distinguir si fue antes la copia o el original. Viendo a Jake Angeli, el hombre disfrazado de bisonte que presidió momentáneamente el Senado durante el asalto al Capitolio, diviso a Trump y no soy capaz de apostar ni un céntimo para defender que el todavía presidente pueda acabar de esa guisa, sin camiseta, con un gorro con cuernos y con la cara pintada con la bandera del país. Al fin y al cabo, Angeli -que se hace llamar Yellowstone Wolf-, es un orate con el arte de embaucar muy desarrollado. Es un populista low cost.
La línea se estrecha aún más si nos detenemos en la imagen de Richard Barnett, conocido como Bingo. Richard es algo más joven que Donald. Tiene 60 años y es de Gravette, en el estado de Arkansas. Este Bingo es el líder de un grupo defensor del derecho a llevar armas y también forma ya parte de la historia más negra de EEUU por ocupar el despacho de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Con los pies sobre la mesa del despacho y tras conocer la nota que dejó, puede ser un calco de Trump. Por bravucón y por presumir de su hazaña, no será. En el fondo, son igual de trogloditas.
Como toda comparación, tiene su margen de error y, con esa premisa por delante, sigamos buscando símiles cercanos. En Podemos se ponen rabiosos cuando les recuerdan que ellos plantearon rodear el Congreso durante la investidura de Mariano Rajoy. «Los propios términos definen la protesta. Rodear no es asaltar», matizan. No asaltaron porque no les dejaron, en una calle tomada por un amplio dispositivo de seguridad, algo que, incomprensiblemente, no había el 6 de enero en las inmediaciones del Capitolio mientras las dos cámaras norteamericanas se disponían a ratificar a Joe Biden. Los de Podemos querían asaltar desde los leones hasta lo que pillaran a su paso y la cosa no fue a más porque la Policía Nacional lo impidió. Entonces, todavía no habían pisado la moqueta del poder de Moncloa. Una vez que han comprobado lo calentito que se está dentro, ¿asumirán sin rechistar el momento en el que tengan que salir? Los antecedentes ofrecen una repuesta negativa. Ya le pasó a Susana Díaz y a todo el socialismo andaluz. Sabían que las meretrices andaluzas iban a echar de menos el dinero público de la Junta y, en solidaridad con este colectivo, alguna mente brillante del PSOE decidió fletar autobuses para rodear el Parlamento Andaluz durante la investidura de Juan Manuel Moreno.
No hace falta mirar a lo ocurrido en la carrera de San Jerónimo, al Parlamento Andaluz o al de Cataluña, donde los radicales encapuchados también intentaron asaltar la cámara catalana ante la dura oposición de los Mossos d’Esquadra. Me quedo en mi propia casa. En la festividad de San Antonio de 2015, el PP iniciaba su tercer mandato al frente del Ayuntamiento de Guadalajara gracias al apoyo de dos concejales del partido del entonces triunfal Albert Rivera: Alejandro Ruiz -presidente del Grupo Parlamentario de Ciudadanos en las cortes de Castilla-La Mancha- y Ángel Bachiller. A la salida, estos dos ediles naranjas fueron acosados e insultados por dar su apoyo al PP y no a los otros dos grupos de Izquierda, el PSOE y una formación fugaz llamada Ahora Guadalajara. En aquella ocasión, como ahora, tampoco asumían una decisión democrática.
Cualquier comparación tiene diferencias de bulto, los símiles con la primera potencia del mundo son minúsculos, pero coinciden en una cosa: el nulo respeto a la voluntad popular, a la democracia y a la libertad.