Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


Las intermitencias de Trump

03/07/2020

Dudo mucho que el presidente de EEUU, Donald Trump, haya leído a José Saramago. En realidad dudo mucho que Trump haya leído algo más allá de Twitter. Pero si uno analiza su comportamiento, bien podría decirse que ha escogido Las intermitencias de la muerte del autor portugués para dirigir su política de compra de toda la reserva de ‘remdesivir’, el medicamento se ha aprobado específicamente como solución contra la covid-19, aunque con efectos aún muy limitados.
«Al día siguiente no murió nadie». Son las palabras con las que comienza este ensayo sobre la muerte -que de Saramago prácticamente todos lo son, tanto como los de la vida-, en el que este escritor y periodista luso, que terminó sus años en España, reflexiona sobre la existencia y el incordio de tener que vivir una vida eterna cuando la muerte decide dejar de hacer su trabajo. Pero deja de hacerlo solo en un territorio concreto, en un país determinado al que no se da nombre. De repente allí deja de morir gente, a menos que uno traspase la frontera claro, porque en el resto del mundo la muerte sigue estando en forma. Y Trump parece que quiere ser ese país en el que la muerte no ejerza, y se tome unas vacaciones, como todos los mandatarios del mundo, pero él lo hace acaparando toda la producción de este medicamento de los próximos meses. Y, mientras, el virus puede seguir matando en otra parte.
Es una decisión que genera muchas dudas, y algún que otro miedo. Ya sabíamos que a Trump le guía el «America First», pero en este caso estamos ante una forma de nacionalismo más que cuestionable, ética y moralmente por insolidario, porque indica que se puede condenar al resto del mundo a morir a causa de esta pandemia solo por no dar la oportunidad a otros de adquirir el medicamento.
¿Qué pasará el día que tengamos de verdad una vacuna? ¿Dejará Trump al resto del mundo sin existencias de nuevo? Supongo que será legal, lo será si lo hace. Pero no hablamos de comprar la patente de un producto cualquiera para comercializarla después. ¿O sí? ¿Y si la vacuna la descubre uno de los laboratorios españoles que investiga también en esta linea, y el Gobierno decide quedarse con toda la producción? ¿Qué dirían los franceses? ¿Los italianos? ¿Y los alemanes? ¿Qué diría el propio Donald Trump?
Pero Trump, por mucho que lo esté deseando, no puede mantenerse aislado en una frontera en la que un viejo moribundo se mantiene con vida, y un metro más allá ya es un cadáver. Este virus ha sabido saltarse todas las fronteras del mundo, las geográficas, las físicas, las económicas, las comerciales y hasta las ideológicas.
Hay un momento en el que la muerte que protagoniza la obra de Saramago decide volver, una vez completado su «experimento», en el que ha visto qué es capaz de hacer cada individuo. También hemos visto de qué es capaz Trump. Pero Saramago, como los autores griegos, ya anticiparon esto y otras muchas cosas. No les desvelo más. Léanlo.