José Luis Arroyo

Rayadas Millennials

José Luis Arroyo


Los secretos de la Navidad

20/12/2022

En esta época navideña, buena parte de nuestra rutina diaria se desarrolla en el ámbito doméstico y familiar que, una vez más, evidencia un desigual reparto en la asignación de las tareas entre los distintos sexos y que posee, sin duda, además un sesgo generacional; siendo las mujeres con mayor edad de la familia las que, normalmente, cargan con las responsabilidades más costosas que conllevan los festejos.
En esta época, los pueblos y ciudades, bien a través de la ornamentación e iluminación de sus calles o por medio de los reclamos comerciales que realiza el cada vez más escaso comercio tradicional, diezmado como consecuencia de la voraz competencia de las grandes distribuidoras, intentan reclamar la atención y estimular los impulsos consumistas de la vecindad. Pero no hay que olvidar a los trabajadores del comercio, la hostelería, la logística etc… que, en estos días de celebraciones, viven sometidos a jornadas impredecibles que buscan exprimir al máximo su rentabilidad, por expresar eufemísticamente las condiciones de explotación a las que muchos empleados son sometidos.
No deja de ser llamativo, cómo esa realidad del agotamiento que significan los preparativos, las compras, la elaboración de los diferentes platos… y que suele durar varias semanas, es difuminada por la dimensión virtual que toma cada vez más protagonismo en estas celebraciones, en las que, pocas personas escaparán de exponer en redes sociales su virtual felicidad a través de su mejor instantánea, que en muchos casos, esconderá sentimientos contradictorios.
Ciertamente, las festividades de estos días, arraigadas en los pueblos más primitivos del hemisferio norte con motivo del solsticio de invierno, han sobrevivido a un proceso de transformación constante como consecuencia de los imperativos culturales, ideológicos o religiosos dominantes en cada periodo. No obstante, es evidente que, en la actualidad, viven un proceso de transformación que va más allá incluso de su carácter globalizado, pues se insertan en una espiral de consumo que tiene efectos muy nocivos para la sostenibilidad y que, tal y como he expuesto anteriormente, se siguen sustentando en situaciones laborales inadmisibles que pasan desapercibidas.
Por lo anteriormente expresado, en este contexto es evidente que hay que apelar a la responsabilidad personal de cada uno de nosotros y de cada una de nuestras acciones. No podemos obviar, que nuestras celebraciones se sustentan, por un lado, gracias el esfuerzo de aquellas personas que trabajan para que puedan llevarse a cabo, personas que merecen un trato decente, tanto cuando actuamos en forma de cliente como también por parte de sus empleadores, y por otro, que los recursos de nuestro planeta, no tienen un carácter infinito que permita el desaforado dispendio irresponsable e insostenible al que lo estamos sometiendo.
Tampoco hay que olvidar a todas aquellas mujeres a las que levemente referencié al comienzo de esta columna, es a ellas a las que debemos cuidar asumiendo nuestra corresponsabilidad y agradeciendo su amor, su entrega y su generosidad sin límites cada día que estemos en su presencia y, cuando esto  ya no sea posible, debemos hacerlas presentes en nuestra memoria. Esta será la mejor manera de garantizar que a estas fechas les quede, todavía, algo de ese brillo y ese regustillo mágico que nos permite viajar al mundo de nuestra infancia.

ARCHIVADO EN: Navidad, Hostelería