Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Piel fina

14/07/2022

En su reciente mensaje a los participantes en la Conferencia Europea de la Juventud, el Papa Francisco ha recomendado a los jóvenes consumir menos carne, para contribuir con ello a salvar el medio ambiente. Hace un año, por decir algo similar, al ministro Garzón le cayó la del pulpo y hasta nuestro presidente regional, Emiliano García-Page, le pidió que si no tenía nada que hacer, «no inventase políticas para crear problemas a la gente». Ni que decir tiene, que las palabras de Bergoglio apenas han levantado polvareda en medios de comunicación, tertulias y redes sociales. Ello, además de significativo, evidencia que para los 'ofendiditos' de siempre, en muchas ocasiones, no es tan reprochable lo qué se dice, sino quién lo dice.
En las redes sociales, una mayoría de nosotros hemos encontrado espacio para compartir informaciones, sentimientos, opiniones, rellenar momentos de ocio o relacionarnos con amigos y familiares lejanos. Cada cual tiene una motivación diferente para dedicarles parte de nuestro tiempo. Se han convertido en compañeras de nuestras vidas, contribuyendo a dibujar ante el resto de usuarios un retrato de cómo somos, cuáles son nuestras preferencias de todo tipo, nuestras ideas políticas, nuestras aficiones, nuestras fobias o nuestras obsesiones, aderezado con ese sentimiento primario de buscar la aprobación del otro.
Generalizar, en conjunto, sobre el buen o mal uso que de las redes sociales hacemos todos cuantos participamos en ellas es un ejercicio injusto. Al hilo de cuanto al inicio comentaba, hay un perfil de usuario que especialmente me irrita. Son los 'feisbuqueros' [uso este término por ser Facebook el espacio virtual donde yo suelo manejarme] de piel fina. No me refiero a aquellos con alguna anomalía epidérmica, sino a quienes se creen ungidos para faltar constantemente al respeto a quienes no piensan como ellos, pero que sin embargo no aceptan la más mínima crítica a sus comentarios, no dudando en responder airados, cuando no con total falta de respeto, a cuantos discrepan de 'sus' verdades absolutas. Ante semejante actitud, que evidencia un narcisista afán de protagonismo y un absoluto desprecio por quienes no hinchan su ego con alabanzas, concluyo esta columna parafraseando aquella evangélica advertencia de Mateo sobre los falsos profetas: «por sus posts los conoceréis».

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