Bienvenido Maquedano

La espada de madera

Bienvenido Maquedano


Demencia

02/02/2021

Hola Bienve, ¿qué tal? Oye, mira, que nada, que leí tu artículo de los buitres. Está muy bien. Te mando este audio por ver si te inspira para uno de tus escritos, que ya sé que estas cosas te causan mucha curiosidad, mucha gracia. Mira, me llamó esta mañana un señor de mi pueblo que está en una residencia de ancianos. No sé cómo se ha hecho con mi número; supongo que uno de sus hijos se lo ha dado. Total, que me llama esta mañana y me dice: «Hola, hermoso. Que ná, que te quería decir que, como yo soy de derechas de toda la vida, mi padre era camisa vieja, pues nada, ¿sabes lo que quieren hacer? ¡Que me quieren dar la atanasia en la residencia!» Y yo le digo: «¿Cómo que la Atanasia?» Y me dice: «Sí, sí. Como soy camisa vieja y eso, y de derechas, me quieren dar la atanasia. Pero no te lo pierdas, que las pastillas que me dan para la atanasia se las echo a mi compañero de habitación, que es el tío X, que es un rojo». Yo no sabía qué hacer, tío, yo no sabía qué hacer. Yo qué sé, he llamado al hijo, me he hecho con el teléfono del hijo, y le he dicho: «Oye, mira, que tu padre le está echando sus pastillas, yo no sé si tendrá tensión o colesterol o qué, pero que le está echando sus pastillas a su compañero de habitación, que se lo quiere cargar». Para que veas lo que hay en las cabezas de la gente. Para que veas, Bienve, lo que hemos despertado en la cabeza de la gente. Yo siempre te dije que los muertos no resucitan, pero el odio sí. Me da la sensación de que entre todos hemos resucitado el odio. Y hay mucho odio. Para que un señor de 87 años quiera echarle las pastillas al vecino… Imagínate. Bueno, hala, ya me dirás. Hasta luego.
Salvo porque he ocultado el lugar y los nombres de los implicados, no he cambiado nada del audio que recibí hace unos días. No estoy de acuerdo con la interpretación final de la anécdota, ese discurso del odio levantado de las tumbas. A mí me hace pensar más en cómo están afectando el encierro, el aislamiento, el miedo y el machaqueo de los noticiarios a la mente de los ancianos. Yo noto con claridad la erosión a la que me someten los hábitos de vida impuestos por la pandemia, la convivencia reducida al núcleo familiar, las pocas horas al sol o al viento o al frío, la sobredosis de pantallas, la cadena interminable de estadísticas de contagiados y muertos y vacunados. No imagino lo que sería tener unas cuantas décadas más encima.

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