Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


El invierno demográfico

17/12/2021

El gobierno indio anunció el pasado 24 de noviembre que la fertilidad del país había caído por debajo de la tasa de reemplazo (2,1 niños por mujer), la que permite que un estado sea sostenible demográficamente sin necesidad de atraer inmigrantes. La pandemia ha terminado de dejar seco otro de los grandes graneros de bebés del planeta. Y ya no quedan tantos. Décima arriba, décima abajo, están pasando cosas parecidas en países como Filipinas, Bangladés o Indonesia, que hasta hace poco tiempo eran consideradas bombas demográficas. México y Brasil también cedieron la posición recientemente y se han hundido hasta niveles europeos a lo largo de la pandemia. Quedan África, Pakistán y poco más.
Las predicciones sobre el invierno demográfico se han ido estrechando en los últimos años a un ritmo alarmante. Incluso en las sociedades africanas más atrasadas, como Níger, han empezado a caer drásticamente los nacimientos. La humanidad ya ha llegado al punto en el que cada año nacen menos niños que el anterior. El pico de la curva se alcanzó en 2016, con unos 140,7 millones de bebés. Tres años después había caído ya por debajo de los 137,3 millones. Aunque es pronto para tener datos globales fiables, la pandemia ha tenido que rebajar esa cifra drásticamente. A vista de pájaro, hay pocas cosas más relevantes para nuestra especie, pero estamos demasiado entretenidos discutiendo estupideces.
Algunos -pocos- países han empezado a hacer esfuerzos serios para revertirlo: Es el caso de República Checa y Hungría, que han logrado frenar e incluso revertir ligeramente la caída. Otros están sufriendo ya las consecuencias de la disminución de la población y el envejecimiento, como Corea del Sur y Japón. En España las cosas no pintan nada bien. Nuestra tasa (1,2) es una de las más bajas del planeta y no hay recuperación a la vista. La inmigración puede compensarlo hasta cierto punto y es urgente ordenar sus flujos para que ocurra. Pero con la tasa de natalidad actual, la población nativa quedaría en minoría en un par de generaciones. Si no cambian muchos las cosas, tenemos que elegir entre una rápida decadencia demográfica -con todo lo que eso conlleva- o una disolución de la identidad cultural que no se va a producir sin convulsión.