Sonsoles Arnao

Tiempos de swing

Sonsoles Arnao


Labios rojos

14/12/2020

Esos locutores de radio, odiadores profesionales, que descalifican a los políticos, y sobre todo a las políticas de izquierdas por su aspecto físico. Por como visten, si se maquillan, si llevan traje, corbata, rastas o moño, flequillo o labios rojos. Esos.., con ese aire fascistoide y ese hijoputismo, van esputando prejuicios que han conformado el estereotipo construido por el poder de que en la izquierda se viste mal y la elegancia no le es propia. Y además, es un mandato al que están obligados. Pero qué viejo y rancio es esto. Lo que ocurre es que a los que han manejado siempre el poder les jode mucho compartir mesa con adversarios que se visten igual e incluso mejor que ellos. Y son capaces de darles lecciones políticas y también estéticas. Sí, y esto también es muy viejo. La moda, entendida como innovación, transgresión y creatividad, históricamente ha estado más ligada a ideas progresistas y revolucionarias, que luego han sido apropiadas por las clases altas. Quién les diría a los “sans culottes” de la Francia revolucionaria que serían los precursores del traje actual. 
Hay veces que pequeños actos cotidianos, pueden resultar un ejercicio de empoderamiento, autoestima y reivindicación. Son muchas las pequeñas y grandes revoluciones a lo largo de la historia, en las que las mujeres, y algunos hombres, han portado como arma un pintalabios rojo. La primera experiencia documentada, allá por el 2.500 a.C., es la de la reina sumeria Puabi de Ur, con los labios de rocas rojas pulverizadas y carbonato de plomo blanco. Después, Cleopatra, Isabel I, las mujeres acusadas de brujería o de prostitutas, las sufragistas de Nueva York o actrices de Hollywood provocando la ira y odio de los nazis.   
No les gustan las decisiones políticas del ministerio de Trabajo ni los labios rojos de la ministra. Pero hay mujeres que decidimos ser en la política las mujeres que somos en la vida. Porque hay que romper esos mandatos, transgredir los estereotipos, también el de la masculinización de la política y el poder, que dispone que no se puede ser Angela Merkel y llevar los labios pintados de rojo. Porque elementos relacionados con la feminidad no encuentran hueco en las esferas del poder y si lo hacen son sexualizados. Los hombres optaron por el gris y el aburrimiento estético en la política y desde el feminismo se han dado dos tendencias: la de origen germano-británico, que apuesta por la igualación con respecto a los hombres y la del feminismo francés que reivindica la estética de la feminidad como un ejercicio de libertad, diferenciación y ruptura. Las decisiones que tomamos en la esfera pública en relación con nuestro aspecto también son un acto político, que ante todo debe ser un acto de libertad. Mujeres que nos precedieron lucharon contra la obligación o la prohibición de pintarse los labios para poder decidir libremente si nos los pintamos o no. Yo me los pinto y el rojo es el que más me gusta. Y como una se viste y se maquilla para sí misma, sigo haciéndolo a pesar de la mascarilla.