Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Arroyo, flamante consejero del Agua

21/07/2019

Francisco Martínez Arroyo arranca su segunda legislatura con la ilusión propia del que supera un duro examen, para afrontar el ‘reto apasionante’ de un nuevo curso, con casi los mismos compañeros de aula, pero con otras asignaturas en su cartera. La más ansiada por él mismo, la del agua, tras lograr arrastrar a su organigrama competencial la Agencia regional, hasta ahora en Fomento, y desprenderse de la siempre difícil gestión medioambiental y de la prevención de los incendios.
Quizás por este ‘premio’ a su anterior gestión, asume un compromiso personal más férreo con el Presidente para trabajar aquí y ahora por los intereses de Castilla –La Mancha, pese a que «evidentemente no se sabe por dónde puede ir la vida en los próximos años», como aclaró ayer  en ‘A Pie de Campo’, en la radio, tras sugerirse otros futuros escenarios.
Como todo cuenta y puntúa, su gestión será mucho más política, dejando cada vez más atrás la figura y el perfil técnico de aquel admirado director general de Producción Agropecuaria que sorprendió a propios y extraños por su gran conocimiento de Europa, de Política Agraria, mercados y agronomía y que fue precisamente lo que le devolvió a la primera fila (a petición del sector), tras cuatro años del PP, una vez rescatada la Junta por Emiliano Garcìa-Page.
Y no es de extrañar porque dirigir el discurso del agua exige ya resultados tangibles ante la opinión pública. «Esta será la legislatura del agua, la de la desalación», tituló recientemente tras la pregunta de nuestra periodista campera, Aurora de Pablos, como augurando el encargo que le vendría después.
Si quiere empezar fuerte, su principal baza está en la cuenca alta del río Guadiana. Primero porque conoce el problema de los regantes y la deuda histórica con las explotaciones familiares y prioritarias que esperan ansiosas su concesión de riego. Y segundo, porque nadie le tiene que explicar que en esas más de 500.000 hectáreas se asienta la agricultura más rentable de la comunidad, y el mayor núcleo de población con municipios tremendamente agrícolas cuyos abastecimientos también le tocará tutelar. Apunta bien por eso al reclamar dinero para terminar la tubería manchega antes de abrir el grifo del primer ramal, hace tiempo terminado.
Lógicamente será determinante lo que pase esta semana en el Congreso de los Diputados, porque en el supuesto de que Pedro Sánchez supere la investidura, la puerta de la Transición Ecológica quedará abierta más de par en par para entrar a desarrollar el principio de acuerdo apalabrado con el todavía Secretario de Estado, Hugo Morán. En este sentido, Martínez Arroyo pide prudencia y paciencia porque dice tener el compromiso de que se incluyan partidas en los primeros nuevos presupuestos generales del Estado de 2020.
Para todo lo demás, la legislatura será aparentemente tranquila teniendo en cuenta que la reforma de la PAC  se retomará en otoño, aunque no se aprobará hasta dentro de un par de años, previsiblemente. Con un Plan de Desarrollo Rural (PDR) al 40 por ciento ejecutado, tendrá opciones de hacer ajustes en algunas líneas para remodelar las próximas convocatorias que pueda lanzar si encuentra sobrantes, porque lo gordo está ya en marcha.
Pero para eso, delegará bastante trabajo en su equipo de confianza (repiten casi todos), con dos nuevas direcciones generales que se incorporan a la estructura tradicional: una de Políticas Agroambientales donde quiere ampliar la zona ZEPA con ayudas compensatorias, y otra de Alimentación que potenciará las denominaciones de origen y la Dieta Mediterránea.
Por tanto es previsible que para ese día a día más administrativo y burocrático tire de su máximo hombre de confianza, Agapito Portillo, ahora encumbrado a una viceconsejería de Medio Rural. De hecho, ya tiene el encargo de redactar el nuevo PDR con el fin de que nuestra región sea la primera en presentarlo ante Bruselas.
Y en esos papeles será donde aparezca la petición de una ayuda agroambiental para el viñedo de secano, otra para el girasol, para el olivar de bajo rendimiento, y fondos suficientes para seguir potenciando el relevo generacional después de agotar prácticamente la partida con la exitosa cifra de 2.660 nuevos incorporados en tan solo 4 años.