Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


La maniobra de Heimlich

24/12/2020

Esta noche es nochebuena y mañana Navidad. Pocas veces tiene uno ocasión de escribir esto en un periódico en el día preciso para poder decirlo ajustándose plenamente a la realidad temporal y festiva. La Navidad es esa época de especial carga emocional revuelta con recuerdos de la infancia, con luces, sonidos y sabores ancestrales clavados en el hipotálamo más profundo. Y este año, además, con carga vírica adicional de desgracia, tristeza, restricciones y un general bajón anímico por el conflicto que supone tener que enfrentarse al esfuerzo por mantener un ambiente cargado de diversión e ilusión, que incrementa nuestra conciencia sobre el malestar que nos rodea.
Yo aviso, mucho cuidado con el polvorón. Es muy probable que nos atragantemos con un polvorón, si a mitad de la noche se nos ocurriera pararnos a pensar en que España está inmersa en la catástrofe de encontrarse en la cola económica de los países de la OCDE y el penúltimo del grupo del G20, volviendo a caer en este cuarto trimestre con la mayor recesión de todos los países de esta organización, con un hundimiento del 12 % de su PIB. Tragar el polvorón es incompatible con respirar, si al mismo tiempo nos paramos a pensar en el desempleo galopante, en el hecho de que a nuestra habitual tasa de paro se le une la crisis del coronavirus, que ha situado a España como el país más vulnerable de toda la Unión Europea, pensando en que los trabajadores españoles tienen más riesgo de terminar engrosando las listas del paro como consecuencia de la pandemia que el resto de sus vecinos del continente. El atasco será inevitable si, al intentar tragar, nos vienen a la mente los rostros de los actuales gestores de la economía y de la crisis sanitaria, siendo conscientes de que todo apunta a que se van a perpetuar en el tiempo.
Si finalmente no pueden evitar el rostro de Sánchez e Iglesias y el polvorón obstruye completamente la vía aérea, si vemos que alguien se lleva las manos al cuello, hace movimientos violentos o se le congestiona la cara, aconsejo unos golpes interescapulares, poniéndonos a la espalda del pobre desgraciado, inclinándolo hacia delante y con la mano abierta le daremos cinco palmadas entre los omoplatos. Y si de ese modo no conseguimos desatascar el polvorón, vayan buscando en cualquier tutorial al uso el modo más adecuado para realizar la maniobra de Heimlich.
Están avisados, disfrutar o no de la Navidad de la pandemia sin atragantarnos con un polvorón, dependerá de donde queramos poner nuestro foco de atención. Si lo focalizamos en lo positivo de nuestras vidas, en lo que sí tenemos, en lo que sí podemos disfrutar por pequeño que sea, las Navidades del coronavirus, a pesar de todo, podrán ser un momento de disfrute y alegría.