Ya tenemos otro debate en el que comprobamos con que facilidad algunos personajes se desdicen con todo descaro sin que se les caiga la cara de vergüenza. Hablamos del precio de la luz y de lo más importante para la ciudadanía, la factura que cada consumidor termina pagando cada mes.
Si usted tiene a mano su factura, podrá comprobar que en la misma se recogen varios conceptos, el primero es por ‘potencia contratada’ importe fijo que se paga, consumas o no, por la potencia que permite que conectes más o menos aparatos sin corte de servicio, salvo avería.
El segundo es por ‘energía consumida’ que comprende los kWh consumidos entre lectura y lectura de contador. A continuación se nos cobra el ‘impuesto de electricidad’. El último concepto es el de ‘alquiler de equipo de medida’. Y a todo este sumatorio se le aplica el IVA del 21%. Así que consumo propiamente dicho, es una parte de la factura que puede suponer menos del 50% del importe total que se paga.
Cuestión aparte es como se fija el precio del kWh consumido y esa celebre subasta de la que tanto se ha hablado esta semana. La energía puede ser de origen nuclear, hidroeléctrico, térmico, solar, eólico, etc. Dado que se lucha por erradicar el uso de combustibles fósiles, se grava la producción con el coste de los llamados ‘derechos de emisión’. Cuando la demanda aumenta y se supera la capacidad hidroeléctrica y nuclear (que, parece ser son las más baratas) el precio del kWh aumenta.
Que el mercado eléctrico es un oligopolio en España, nadie lo duda. Que hay privilegios incomprensibles que se mantienen permitiendo la prolongación de las concesiones de saltos de agua y otras cosillas que deberían analizarse, también. Pero el consumidor paga por muchos conceptos que se podrían modificar. Y lo más rápido es reducir el tipo de IVA, que diga lo que diga nuestra ínclita ministra de Hacienda, se puede hacer, como también se pudo reducir el IVA de las mascarillas. Además, sería la forma de cumplir lo que exigieron el presidente y el vicepresidente cuando estaban en la oposición. Ser coherente de vez en cuando es necesario.