Patxi nació en Madrid, pero en honor a su padre se consideraba vasco y en memoria de su madre, de Toledo ‘la ciudad más bonita del mundo’. Nació en 1947, año de buena cosecha. Fue antifranquista de los de verdad, lo que le supuso un coste personal y salir para el exilio. Su vitalidad le hizo conseguir grandes amigos y convertirse en el mejor cocinero haciendo arroces que conozco. A sus contemporáneos nos arropó con sus canciones, cargadas de fuerza y poesía. No era un cantautor, era ‘el cantautor’.
Su vida daba para completar la de muchos hombres. Compositor, poeta, actor de cine y teatro (inolvidable su papel de comandante Che Guevara), periodista, sociólogo, profesor universitario. Y todo lo que hacía lo hacía bien y con la intensidad que le caracterizaba. Era una fuerza de la naturaleza, poliédrico que lo mismo abrumaba con su cariño que con sus explosiones ante una situación que considerara injusta. Aficionado taurino, gran cazador con el que daba gusto competir en monterías y esperas.
No recuerdo faceta alguna de él que la desarrollara a medias. Hincha del Atlético de Madrid, pasión que compartía con toda su familia, lo que no era óbice para que soportara estoicamente que el Real Madrid ganara la final de la Champion. Cualquier recuerdo de él hace que se acumulen las emociones.
Disfrutar cuando, en primicia, cantaba una nueva canción y su voz hacía que hasta nuestra chapuza de acompañamiento sonara bien. El pasado 25 de noviembre fue su último concierto. La sala Galileo de Madrid, abarrotada, siguió las nuevas canciones que publicaba con motivo de sus cincuenta años de vida profesional. El vigor y la fuerza seguían estando con él. Fue un concierto memorable. Su esposa Gloria, la pasión de su vida, ejercía de gran anfitriona como siempre. Cuando Jon e Iñigo compartieron escenario la emoción fue completa.
Hoy ya no está físicamente con nosotros, pero nos quedan sus canciones y sus recuerdos. Y seguiremos compartiendo con su mujer Gloria y con sus hijos Jon, Marco e Iñigo, las mil vivencias de este fenómeno que fue Patxi. Nació donde le dio la gana, murió viviendo la vida con intensidad y, entre medias, nos llenó de canciones y recuerdos poniendo calor y color en nuestra vida.