Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Els segregadors

13/06/2020

Ese va a ser el nuevo himno que nos van a inculcar: los segregadores. No contentos con haber inflamado el panorama político, nos tratan de inculcar una segregación de parte.
Este país no termina de aprender, nunca, que el entendimiento es de uso obligatorio en cualquier momento, pero para eso hay que eliminar las soflamas, la prepotencia y, como no, la chulería, y eso cuesta un Potosí.
Nos proponen una nueva división de clases a través de un discurso de manual de primero de política de marrulleros: los paranoicos fascistoides que sólo piensan en enarbolar las armas para recuperar el sillón y las máquinas de fabricar billetes (a sabiendas que es mentira); y los supremacistas morales que tratan de presentarse como los nuevos mesías en este tiempo de vacío moral y aborregamiento ácrata.
No vale echar la culpa a factores exógenos de lo que estamos viviendo, no ya por el coronavirus, sino porque nuestros problemas vienen de más lejos. Esos problemas que hacen que la ciudadanía ya no crea en las reflexiones de otros, que ya no quiera ir a votar, que ni tan siquiera se moleste ante atropellos a la democracia que hacen crujir las costuras de la Constitución del 78.
Nos están segregando y nosotros, los de a pie, los moderados, nos estamos callando. Asumimos que sea un proceso irreversible, porque todo tiene solución en esta vida. Pero la radicalidad es la triunfante ante el vaciado moral que se ha hecho de todo individuo medio. Las consecuencias las sufriremos todos, pero, en ningún caso, será porque no lo advertían todas las señales que se van viendo.
Nos segregan por territorialidad, unos por encima de otros en los repartos presupuestarios, en las infraestructuras, en las inversiones, todo por acatamiento verborreico. Nos segregan por conectividad y competitividad de sistemas productivos, sin recordar décadas de abandono y subvenciones que aumentaron el clientelismo y la dependencia de un sistema que ahora nos abandona aún más. Nos segregan y podemos ser gente con entendederas o tontos de nación.
Esto no lo arregla media botella de aguardiente gallego, porque nos costará mucho esfuerzo salir, pero la democracia no tiene que sufrir por ello. Mostremos la fortaleza de lo que consiguieron aquellos que en su día se reconciliaron y solo los ha vencido el coronavirus.