Miguel Ángel Collado

Alma Mater

Miguel Ángel Collado


La Unión Europea en tiempos de normalidad

29/11/2021

En el último Consejo Europeo, celebrado el 21 de octubre, el encuentro, que fue más largo de lo previsto, concluyó con concreciones en algunas cuestiones, pero también con muchos puntos reenviados a otras reuniones. En el caso de la crisis planteada por Polonia, no fue capaz de asumir una decisión operativa sobre la postura de varios países del Este respecto a la primacía de los tratados europeos y el concepto de Estado de Derecho. Sobre este punto, la Unión corre el riesgo de dividirse y, por ello, en la reunión de Bruselas han prevalecido las consideraciones acerca de evitar la aproximación de esas naciones a Rusia, así como la preocupación por evitar el riesgo de perder mercados muy importantes para los principales países europeos. Convendría recordarles a los Estados miembros que ponen en tela de juicio los fundamentos de la Unión Europea que se está en Europa no solo porque se tenga necesidad de sus fondos sino fundamentalmente porque se comparten unos valores. Por ello, al optar por no introducir más presión interna en una etapa convulsa por la pandemia y la crisis energética, nos encontramos con que la solución de compromiso del Consejo puede dar alas a los antieuropeístas.
Porque, además, en el asunto de la inestabilidad del mercado energético se puso de manifiesto la singularidad de la postura de cada Estado miembro, uno apostando por la energía nuclear, otro por el gas… Ante las posiciones divergentes, a pesar del actual crecimiento dramático del precio de la energía el Consejo Europeo se justificó, en el corto plazo, en que una veintena de Estados miembros han tomado medidas o las han anunciado en apoyo de los consumidores vulnerables y de las empresas más expuestas y se conformó con decidir trabajar a medio y largo plazo para aumentar la resiliencia e independencia y explorar cómo establecer una reserva estratégica de gas.
Parece que el ideal europeo reflejado en las palabras de Jean Monnet, «nosotros no aliamos Estados sino unimos personas», queda subordinado a la prioridad de los intereses nacionales. Y eso conduce a una deriva que puede afectar a la legitimación actual del proceso de construcción europea.
La experiencia reciente nos muestra cómo, en la situación excepcional que todavía estamos viviendo, los países miembros han creído en la Unión como proyecto que trasciende los intereses nacionales. La crisis se transformó en una oportunidad aprovechada para reforzar la convicción en ese ideal común y la creencia por parte de responsables públicos y ciudadanía de que se estaba avanzando en el objetivo final de unir a los pueblos de Europa en una misma comunidad, de forma que los ciudadanos se han sentido orgullosos e identificados con esta Europa, con esta Unión que ha sido capaz de dar una respuesta eficaz en tiempos de emergencia sanitaria y económica.
Nos encontramos en un mundo cada vez más complejo en el que hemos de hacer frente a retos extraordinarios como la globalización, las nuevas alianzas internacionales, la migración, el cambio climático, la transición digital, el aseguramiento de la autonomía estratégica y la defensa de los valores y principios en que se fundamenta la Unión Europea. Cuando se está desarrollando, con escaso conocimiento público, la Conferencia sobre el futuro de la Unión Europea, resulta necesaria una respuesta clara a esas y otras cuestiones por parte de la Unión o corre el riesgo de perder lo logrado en los últimos tiempos en cuanto a la superación de la imagen discutida que le ha acompañado en otros momentos. Esperemos al Consejo de diciembre, en el que habrá un nuevo actor por parte de Alemania.