Lo escribí hace diez, y creo que también hace veinte años: el día que se desmenuce la historia del Tajo, paralela a la de este invento de región que llamamos todavía Castilla-La Mancha, alguien, espero, se preguntará por qué se tragó tanto aquí, por qué se dejó hacer, por qué se vendió una y otra vez como mínimo triunfo el fracaso más absoluto. El Tajo es una cloaca, sin pulso y sin vida, sin caudal, con un borrador de Plan de cuenca que deja en mínimos los autodefinidos como caudales ecológicos, una vez que el Tribunal Supremo, a instancia popular, tirara los actuales –sí, aún siguen–, caudales ilegales vigentes durante cerca de una década…; la cabecera crónicamente por debajo del 25%, y ya muy cerca de la raya de los 400 Hm3, que cierra el trasvase. Llevamos meses en situación hidrológica excepcional, vamos a entrar en emergencia –en cabecera y en el propio río, desde Entrepeñas y Buendía hasta Talavera de la Reina–; cada mes soltamos menos agua del propio Tajo hacia el Tajo –se «ahorra», en la eufemística y esclarecedora literatura del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico–; y este año hidrológico, que terminará a final de mes, se ha ido por el trasvase casi el 50% del agua que ha entrado en Entrepeñas y Buendía. ¿Qué río aguanta esto? ¿Qué región o que territorio es capaz de soportar, tragar, callar y hasta darlo por bueno y aplaudir? Efectivamente.
Bajar desde 38 Hm3 a 27 Hm3 en Nivel 2, no implica mantener más agua en cabecera. Sólo permite hacer más trasvases de 27, y ahorrar a la Ministra/Secretario de Estado decidir cada mes y llegar hasta 20. Lo que se «ahorra» un mes, se va los dos siguientes. No es cierto tampoco que, con este modelo de regulación, la media almacenada en Entrepeñas y Buendía vaya a subir hasta 800 Hm3, frente a los 500-600 Hm3 actuales. Son simplemente decisiones para ganar tiempo político, cuatro años, una legislatura, y seguir tomando el pelo a quien se preste al asunto. El giro político de Castilla-La Mancha en materia de agua, el falso pragmatismo, el dejar hacer contentándonos con unos hectómetros para paliar el desastre hidrológico (que no sequía) de Las Tablas y todo el Alto Guadiana; o abrir como sea el abastecimiento a la Mancha con agua del Tajo, sin poner orden en el propio territorio, tiene su precio. Y, porque me conozco a mis clásicos, no estoy en contra de que el agua de la cuenca del Tajo se use para beber en la del Guadiana, se usa desde hace décadas en el Algodor. Sí en contra del trasvase, desde Bolarque. No canso con los motivos.
Este periódico se escribe y se lee en Toledo y Talavera de la Reina, y en la provincia de Toledo. Por lo digital llega más lejos. No sé si a alguien, a estas alturas, le importa algo el Tajo. Nada cambia. Ni nada va a cambiar hacia el Tajo. Un magnífico cadáver del que cada uno toma su pedazo político. Así ha sido. Así es. Y será.