Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


Paseando por un bosque quemado

11/06/2021

Justo al lado de la ciudad de Toledo existía un paraíso de bosque mediterráneo que pocos frecuentaban. Se le conoce genéricamente como Montesión. En  los años de lluvias crecía una vegetación feroz de colores y especies. La vida animal ocupaba aquel espacio que nadie perturbaba: zorros, conejos, perdices, palomas, culebras y, de vez en cuando, algún ciervo desorientado. Al lado se habían levantado dos urbanizaciones, una más fallida que la otra. La más fracasada denuncia en su trazado que se había construido para especular con los préstamos generosos de alguna entidad de ahorros quebrada. Pronto entró en litigios y más tarde estalló la burbuja inmobiliaria. El resto, un bosque de encinas de siglos y sus especies asociadas, creaba una trama abigarrada que proporcionaba oxigeno a la ciudad y paz a quien paseaba por sus caminos intactos. La asociación ARBA –Toledo y el profesor Santiago Salinero lo han considerado una joya ambiental que se ha convertido en un Scalextric.
Hace dos años ese lugar único, próximo a la ciudad, ardió involuntaria o intencionadamente. Veintitrés o veinticuatro hectáreas ardieron en una tarde de calor extremo y viento ardiente. La vida esplendorosa desapareció. En la actualidad es un bosque quemado sobre el que se ciernen otros males, naturales unos (Filomena), artificiales otros. A los pocos meses del incendio se hicieron algunas obras absurdamente inútiles y desde entonces, además de quienes  se acercan a cortar encinas quemadas, motos y bicicletas todoterreno han invadido  los caminos.  En los desniveles sinuosos han trazado nuevas pistas por las que en los días de lluvia o posteriores circulan hundiendo sus ruedas en la tierra mojada. Se ha creado así una red de heridas y cicatrices en todo el perímetro y destrozado los antiguos caminos que se habían mantenido  durante años.
La joya ambiental, patrimonio de la ciudad Toledo, en expresión de ARBA y Santiago Salinero, debería ser protegida y tratada. Debería disponer de un proyecto de regeneración y conservación en tiempos en los que se habla y se escribe sobre economía verde y sostenibilidad ambiental. Pero eso no se consigue en  condiciones de abandono  y olvido, mientras ciudadanos anónimos en motos o en bicicletas, nuevos jinetes del apocalipsis, destrozan lo que queda de un bosque quemado.