Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Mansedumbre

04/11/2020

En esta ocasión me apetece hacer símiles con la tauromaquia. No porque vaya a terminar contando la categoría de la cornamenta de algunos y variados, o de sus correspondientes parejas, sino en honor a un sector estratégico de nuestro territorio, nuestra cultura y nuestra identidad de país que ha sido olvidado, hasta anteayer.
Ni el campo, ni los ganaderos de toros bravos van a tenerlo en condiciones para salir bien de esta tesitura, ni los toreros, ni tampoco sus cuadrillas, olvidados en la primera fase de este furibundo 2020.
Así como los toros mansos el gobierno regional sigue dudando entre dar vueltas o girar alrededor de los problemas. Soluciones no da ninguna, son escaparatismos de tronío, pero de poco fuste y menos profundidad. Le gusta estar fuera de cacho, citar con el pico y dejando mucho, pero mucho espacio con la realidad, y esa realidad no es otra que la sociedad en la que vivimos. En la docilidad anda el juego ante lo que nos espera, de nuevo.
No hay lance en el que se imponga para conseguir una embestida con poder y mucho menos profundidad. La que tenemos encima es una situación que exige tener bemoles para hacer frente a la bravura del momento. El canal taurino por antonomasia anuncia, una vez sí y otra también, que los lances regionales son mantazos ante las embestidas de la vida, como si fuera barbeando las barreras para intentar escapar del atolladero.
No se les ve, ni se les reconocen visos de tener un criterio claro, ni un plan de faena, se dejan llevar, sin valorar, ni tan siquiera sentir, porque estamos en una eterna e inacabable faena de alivio.
Nosotros que vivimos viendo apesadumbrados tal comportamiento, escarbando, huidizo, saliendo suelto en toda circunstancia, no podemos dejar de mantener la esperanza en la cuadrilla que traslade con la fuerza del voto a la enfermería al revolcado.
El sobresaliente de la oposición acudirá al rescate y tomará los trastos. Con valentía y aire fresco de quien tiene ánimo por cambiar las cosas. Su faena será totalmente diferente, sin vicios, pero con ganas de demostrar que las cosas se pueden hacer con poderío, las zapatillas bien clavadas en el albero y citando de frente, en corto y por derecho. Toquen clarines, quedan 2 años.