Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


La decadencia eran ellos

01/10/2022

La invasión de Ucrania a finales de febrero se ha utilizado a lo largo de muchos meses para argumentar la decadencia de Occidente y, por extensión, del orden mundial que se impuso tras la caída del muro de Berlín. Consciente de esa debilidad, Putin se estaba atreviendo, por tercera vez, a lo que nadie más se había atrevido en todo el siglo XXI: atacar un país extranjero y anexionarse partes de su territorio. El Kremlin era reincidente porque ya lo había hecho en Crimea (2014) y en Georgia (2008).
El desarrollo de la guerra ha demostrado que las cosas son más complejas de como suelen presentarse en esos análisis maximalistas que enlazan ideas atractivas y retales de pensamiento ensayístico. La realidad, como ha ocurrido en esta ocasión, no aguanta las alambicadas argumentaciones de salón. Eso no significa que Putin no fuese el primero que creía en ellas. Las reconstrucciones de lo sucedido hacen pensar que parecía convencido de que Occidente -sus gobiernos y sus pueblos- no tenían fuerza, valentía, ni consenso, para responder a la movilización de sus ejércitos.
Ha ocurrido más bien lo contrario. La distancia tecnológica entre Occidente y un gigante corrupto y arruinado es más grande de lo que ha sido en mucho tiempo.  El ejército ruso ha quedado paralizado por la resistencia de un país más pequeño, mucho más pobre y mucho más frágil. Para hacer del enorme sacrificio ucraniano un éxito han bastado el dinero, la diplomacia y la tecnología de Washington y de las potencias occidentales. En resumen, es cierto que hay un imperio agresivo y decadente. Pero no se trata de Estados Unidos, ni de la Unión Europea. Al revés, el gigante en caída libre que sobreestima sus capacidades -y subestima a su adversario- es Rusia.