Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Libertad de prensa

09/11/2020

El BOE del pasado jueves publicó la Orden Ministerial por la que se crea el órgano que ¿controlará? las noticias falsas que se publiquen. Ante esto, recordando el viejo dicho de ‘recurrir a los clásicos’ a fin de encontrar respuestas a los interrogantes que nos podemos plantear en el presente y dado que estamos en un mundo audiovisual, volví a ver la película Post (en español Los archivos del Pentágono) de Steven Spielberg.
En una maravillosa interpretación de Meryl Streep muy bien acompañada por Tom Hanks, vemos como se desarrollan los acontecimientos que elevaron al Washington Post a ser un referente en defensa de la libertad de prensa en los EE.UU. La filtración de un informe del Pentágono sobre la forma en que se había engañado al pueblo americano durante el mandato de cuatro presidentes al tratar la guerra del Vietnam y que, en principio, publica el New York Times. La reacción del Presidente Nixon, la actuación de un Tribunal Federal prohibiendo la difusión de dicho informe. La decisión de Katharine Graham (Meryl Streep) de anteponer los intereses de sus lectores por encima de los intereses económicos de su empresa familiar, la decisión del grupo de periodistas dirigidos por Ben Bradlee (Tom Hanks). Todo se desarrolla con una trepidante acción en la que son muchos los paralelismos que el espectador puede encontrar. Quizás hace dos años, los hubiera visto clarísimos entre Nixon y Trump, hoy es claro que hay un tercer protagonista que entraría a formar parte del elenco.
EEUU tiene, como todos los países, sus claroscuros, pero da envidia sana ver el vigor de sus instituciones, la fuerza de su sociedad civil, los contrapoderes que limitan el uso y abuso del poder al que pueden llegar sus gobernantes. Katharine Graham dice en sus memorias una frase que nos debe hacer reflexionar: «Nos preocupaba cada vez más la libertad de prensa y la actitud autoritaria de la Casa Blanca que pensaba que solo el Gobierno debía determinar qué debía saber el pueblo».
 Cambien ustedes la Casa Blanca por el 10 de Downing Street, el Eliseo, o, por que no, La Moncloa. El aviso vale para todos. Sea quién sea el que detente el poder, una democracia necesita de una prensa libre y fuerte.