Francisco Javier Díaz Revorio

El Miradero

Francisco Javier Díaz Revorio


Burocracia, formalismo e hipocresía

03/09/2021

La hipocresía es, probablemente, uno de los vicios moralmente más rechazables. No hace falta ser cristiano para sostener esa idea, pero nunca deja de sorprender la energía con la que Jesucristo rechazó ese grave comportamiento, que apreció especialmente en los fariseos (todavía hoy el adjetivo farisaico se define como hipócrita). Por ejemplo, en el capítulo 7 del Evangelio de San Marcos, Jesús responde enérgicamente a la crítica de que sus discípulos comían con las manos impuras, y contesta: «Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Vienen a cuento estas reflexiones porque incluso quienes rechazamos insistentemente la burocracia y el formalismo, lo hacemos con frecuencia por su carácter engorroso y absurdo, pero hay un motivo mucho más importante para hacerlo, y es su condición manifiestamente inmoral. Mis lectores más asiduos entenderán en qué sentido digo esto. Con frecuencia he defendido en este y otros espacios la importancia de las formas en el derecho, incluso especialmente en el ámbito de los derechos fundamentales (rodeados con frecuencia de garantías formales). Pero ello es compatible con el rechazo del formalismo que entiende esa forma como un fin en sí mismo, autojustificado, y no como un medio exigible en cuanto sea imprescindible para la preservación de ciertos valores sustantivos. Por lo mismo, cuando rechazo la burocracia no lo hago en su primera acepción como «organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios», sino en la cuarta: «administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas». Eso es lo que me parece moralmente rechazable. Cristo se escandalizaba de esas actitudes en los fariseos, pero al menos ellos encontraban las normas absurdas en la tradición. Hoy, una legión de burócratas ha encontrado en el mundo digital un nuevo lenguaje y un ámbito ilimitado para inventarse reglas injustificadas y tratar a quienes no las conocemos no solamente como ignorantes, sino como incumplidores de esa «nueva religión» que es la burocracia digital. Su actitud es hipócrita, porque presumen de cumplir las normas como si lo único importante fuera la mera forma, e ignoran en cambio lo esencial. Por eso esos comportamientos son moralmente reprobables. Como ha dicho recientemente el Papa Francisco, debe seguirse el espíritu, no a la insensatez del formalismo, y ha añadido: «detrás de toda rigidez hay algo malo, no está el Espíritu de Dios».

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