Bienvenido Maquedano

La espada de madera

Bienvenido Maquedano


La tienda de Estrella

20/10/2020

Han llegado los buenos días del otoño, días de membrillo y gamboas, paseo campero bajo el sol frío y lumbre al anochecer. Estos días le gustaban a Delibes porque eran muy apropiados para salir a cazar o salir sin más. En que tengo que visitar la exposición del centenario de Delibes iba pensando cuando vi los cartones pegados en la pared. ‘Morcilla de acelgas’, ‘Morcilla de calabaza’. Esos manjares son puenteños. Pocos saben lo que es una morcilla fresca fuera del pueblo, y a menos se les ocurre meter calabaza, sangre y grasa en una tripa. Los cinco segundos de parón sirvieron para que saliese la tendera y me empujase adentro.
Es difícil describir a la gente en la época de la mascarilla. Pelo corto sin teñir, pasados los sesenta, talla media, acento latino. La tienda está en el arranque de la Subida de la Granja. Loseta sevillana en el suelo. Barril al centro. Estantes con aceite, pimentón, mermeladas, chocolates de hacer y lo imprescindible en cualquier despensa a la izquierda; embutidos y quesos a la derecha. Algunos dulces típicos, un rincón para el pan. Vinos e hidromiel al fondo. En una esquina, un ánfora con su pie y un salpicado de azulejos.
Disculpe que le haya hecho entrar, pero con el día tan bueno que hace y no se ve un alma. Cincuenta años en Venezuela, y ya viuda, me he tenido que volver para España con mi hija. Ella se metió en la hostelería, pero ahora ha tenido que sacar su título de ingeniera química del cajón para irse ganando la vida. La campaña de la sardina, alguna oferta de auxiliar de laboratorio, y también le llamaron de Rodilla, pero el sueldo no daba. Queríamos volvernos a Galicia, de donde soy, de Orense, de Bande, pero Dios me ha traído aquí. Me llamo Estrella, vine un día a rezar a la Ermita de la Estrella, vi la tienda enfrente, y el dueño, ya jubilado, me contrató con seguridad social. Por eso tengo que hacer caja, que la tienda siga abierta, y además todo lo que vendemos es de calidad y buen precio. Gané buena plata allá en Venezuela, metida en el gobierno de la comuna, y le puedo contar cómo está la corrupción con los alimentos que nos envía México. O las colas de coches para conseguir gasolina en el país del petróleo. Hay que echar a Maduro.  Si se gasta doce euros le regalo un cacharrito o un orujo casero.
Salí de la tienda media hora más tarde con morcillas, pan y la promesa de iniciar un boca a boca en la ciudad para que Estrella complete el tiempo que le queda hasta la jubilación.