Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Rutina

27/04/2020

La verdad es que esta dichosa pandemia nos está trastocando actitudes, aptitudes, sentimientos, compromisos y realidades. Nadie podía imaginar, hace cuatro meses, que nuestra vida podría cambiar de esta manera y de forma tan súbita, y eso nos va a permitir a nuestras generaciones, darnos cuenta de que realmente el universo humano no somos nadie, estamos a virtud de la Naturaleza y de sus caprichos o necesidades; es ella, con sus mecanismos de auto-supervivencia y de mantenimiento, la que marca los destinos de este mundo globalizado en el que queremos vivir y decidir. Así, sin más. No hay que darle más vueltas amigos. Analizar, qué podemos hacer contra las catástrofes (tormentas, sunamis, ciclones, inundaciones, incendios), poco o casi nada, cuando son realmente catástrofes por la intensidad de sus mecanismos. Contra el agua y el fuego desmesurado, contra la fuerza del viento o contra la acción de los mares y océanos, el ser humano queda empequeñecido hasta casi la mínima impresión. Y ahora, nos ha llegado la prueba más fuerte, la más directa y la más incisiva. ¿De verdad, es mejor dedicar el dinero a banalidades de comodidades, a expresiones de poder, a defensa para hacer guerras -todas sin sentido-, a paraísos fiscales donde luego podamos refugiar nuestros beneficios de especulación, que a la investigación y la ciencia?, por eso ahora vemos qué no tenemos nada o casi nada en medicinas, vacunas, soluciones científicas para evitar la expansión de un virus, de esos muchos virus que andan sueltos y que irán llegando según le ofrezcamos el camino fácil.
Está claro, el ser humano tropieza en la misma piedra dos y tres veces, hasta cuatro y cinco, y eso nos hace humanos, pero también, torpes, ridículos e ineptos.
Y la palabra que me provoca en esta ocasión Rutina, me viene para darnos cuenta que la vida no deja de ser una constante rutina, pero que en el juego de los valores universales es donde deberíamos hacer más hincapié, es decir valorar más lo que tenemos, lo que sentimos, la salud que disfrutamos, el bienestar humilde en familias respetadas y avenidas, en disfrutar de aquello que esté a la altura de nuestra situación social y no desear más de lo que podemos, ejercer como solidarios en la ayuda y el compartir con los demás.
Ahora, en este confinamiento, la rutina ha ocupado más importancia porque dentro de un domicilio hay que seguir una rutina estructurada cuando pasas las 24 horas del día, uno tras otro, ejercitarla adecuadamente en mecanismos de ejecución y no romperla por el simple hecho de que no estemos acostumbrados. No estábamos acostumbrados claro -afortunadamente por un lado y desafortunadamente por otro- y eso nos da un plus de aguante, pero también nos aporta incertidumbre y nerviosismo. Pero el ser humano sabe adaptarse a las situaciones o por lo menos, debería de saber y ahí es donde debemos estar a la altura.
Por ello, seguir la rutina y saber adecuarla a cada necesidad es síntoma de «saber usar la inteligencia, don de los humanos», pero también necesitamos saber medir los tiempos y utilizar la lógica, esa palabra que parece haber perdido un poco de sentido en un mundo de consumismo y desaforamiento como el que vivíamos: lógica en cumplir las exigencias gubernativas; lógica en no perjudicar a la sociedad en la que vivimos, rompiendo las normas; lógica en saber establecer los mecanismos en familia, con hijos, con esposa, con padres o abuelos; lógica en el pensamiento de saber aceptar lo que ha llegado y cómo poder solucionarlo; lógica en la forma de pensar y de sentir.
Y luego, dejar de lado las mentiras para incitar al enemigo político; dejar de lado, los malos recuerdos del pasado y no revitalizarlos; dejar de lado la rabia contenida por no poder hacer lo que hacías; no hacer caso a las «habladurías» que pretenden hacer daño o a las tonterías que llegan en esas saturadas redes sociales; y aplaudir a quienes están ayudando a coste de sus vidas; agradecer a quienes luchan por una sociedad mejor; a los que toman decisiones, se equivoquen o no, si les ha guiado la buena intención y la bondad política o social. ¿De verdad pensáis que seremos mejor personas cuando esto pase? Yo creo que si ahora, hacemos la rutina adecuada y nuestros pensamientos son positivos, yo creo que sí.