Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


La rebeldía de Job

29/04/2020

Conocen al personaje. Job, ejemplo de paciencia, de resignación, de aguante. Así ha pasado al refranero: «más paciencia que el Santo Job». Pero no sé si alguna vez han leído el libro homónimo del Antiguo Testamento, donde se nos narra su historia. Merece la pena. Es una de las cumbres de la literatura universal, la obra maestra dentro de los libros sapienciales veterotestamentarios, pero que, por su inserción dentro del marco más amplio del conjunto de escritos de la Biblia, pasa desapercibido.
El argumento es sencillo. Job, colmado de abundancia por su fidelidad a Dios, a instancias de Satán, es probado duramente, perdiendo todo y sufriendo una dura enfermedad, en la que se muestra resignado, siendo finalmente premiado por Dios con nuevos y mayores bienes. Esta es la idea popular que tenemos de Job. Y este es el núcleo original de la obra, escrito en prosa, que corresponde al prólogo y al epílogo. Pero entre ambos, un desconocido autor del siglo VI o V antes de Cristo, insertó un extraordinario cuerpo poético, una obra original y genial, donde como en pocas ocasiones se ha planteado esa cuestión que atenaza el corazón de los seres humanos, el porqué del mal. Aquí Job, en diálogo con unos amigos que insisten en que algo habría hecho para merecer ese castigo, protesta defendiendo su inocencia, luchando por demostrar que él no es culpable. Es un Job rebelde, inconformista ante la desgracia que sufre y el dolor que experimenta. Sólo al final, la intervención de Dios, manifestado a través de la tormenta, lleva a Job a aceptar la voluntad divina, que excede a su comprensión.
El libro, compuesto en el contexto histórico de la vuelta del destierro de Babilonia, dura prueba colectiva para el pueblo de Israel, en el que éste se preguntó los motivos del sufrimiento de tantos inocentes, trata de arrojar luz sobre dicha experiencia, mostrando la lucha desesperada del protagonista que busca a un Dios que parece que se le oculta, pero del que sigue convencido que es bueno.
En estos momentos de sufrimiento colectivo, azotados por la Covid-19, la lectura del libro de Job resulta especialmente iluminadora, se sea creyente o no. La experiencia de su protagonista es la de la persona a la que de repente se le hunden todas las seguridades, le fallan todas las certezas y experimenta la soledad, la angustia, el dolor del alma y del cuerpo. Job atraviesa una aterradora ‘noche oscura’, en la que se replantea la idea que tenía de Dios, en la que la rebeldía y el desconcierto no son más que una nueva forma de búsqueda de esa presencia divina, fuera de la tradición heredada.
Job, leído en nuestro aquí y ahora marcado por la pandemia, nos ayuda a descubrir que más allá de su aparente sinsentido, el dolor, real a pesar de tantos cantos de sirena engañadores, es una oportunidad de humanizarnos.