Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Noticia de un hombre poco sensible al fuego (y II)

23/10/2019

Samuel Robinsón y Faustino Chacón llegaron a París. En el anfiteatro de la escuela de Medicina, en presencia de los hombres de ciencia más importantes de Francia y de una multitud de espectadores, comenzaron a hacerle pruebas. Además de repetirle las de Madrid, «con grandes planchas de hierro trabajadas al intento», Faustino se enjuagó la boca, sucesivamente, con ácido muriático, nítrico y sulfúrico; se le pasó y repasó una vela encendida por las piernas y pies durante un cuarto de hora; metió las manos y los pies en agua con sal a 70 grados de calor y lo introdujeron en un horno de vidrio a 78 grados por espacio de 10 minutos. 
En ningún momento dio la menor señal de dolor, ni en su piel encontraron los científicos el menor vestigio de quemadura, hecho aún más asombroso al tener, según las descripciones, un cutis fino y suave. Únicamente el ácido nítrico, que no le había hecho la menor impresión en la lengua, le dejó en la palma de la mano una mancha amarilla, pero sin cauterización ni dolor. El ilustre médico Philippe Pinel, que asistió a las pruebas, escribió un informe acerca de tan raro fenómeno. 
Faustino, hijo de Antonio Chacón y de María Avellaneda, había nacido en Toledo en 1780, bautizado en San Isidoro, se crió en Talavera, en la calle de La Enramada, donde su padre, mercader de quincallería, tenía un pequeño taller. A los 10 años salió de su casa para trabajar como jornalero, pasó dos años en Oropesa, de allí marchó a Jerez de la Frontera y luego a Cádiz.
Siendo adolescente y viéndose en mucha necesidad, recordó que su madre le había dicho varias veces que siendo niño de pocos meses había caído en un fogón sin hacerse daño alguno y así se atrevió a manejar el fuego y no sintiendo daño, poco a poco, realizó mayores tentativas, hasta aventurarse a entrar en un horno de pan. Así con estas exhibiciones se fue ganando la vida. En Cádiz era famosa su gesta, antes del bombardeo de la ciudad por los ingleses en 1797: en el barrio de la Viña se incendió una confitería y Faustino sacó de entre las llamas a varias personas. En Cádiz oyó Robinsón hablar de las proezas que había hecho y, buscándolo, lo persuadió para que fuese con él a París con la intención «de que se averiguase a fondo una propiedad, que reconocida verdadera, podía conducir a grandes e importantes descubrimientos».