Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


Febrerillo

07/02/2023

Febrero bien vale una columna. Así que, ahí va.
Llega este mes -como todos los años-, sin apenas interés para los agnósticos y apóstatas del refranero español. Para los que desean que su hoja se caiga del calendario lo antes posible, porque no tiene nada que ofrecer al transitarlo. Ecuador del invierno, cierto es que febrero no presenta -aparentemente-, muchos atractivos para esperarlo con júbilo y ansias desbordadas. Las cosas como son.
Si echamos una ojeada al almanaque, febrero se presenta en el calendario como un erial. Más allá de los obligados festivos de fin de semana, el segundo mes del año no tiene ni un solo día marcado en rojo. Es decir, que ofrece un panorama desalentador a primera vista. Por si fuera poco -con permiso del cambio climático-, sus días siguen cargados de escarcha y heladas. También es poco predecible, lo que no es óbice para que llegue a sorprender con momentos que aventuran el calor venidero.
Febrero es un mes muy teatrero y juguetón. Por eso goza de muchos adeptos quienes, quizá por pudor, no se atreven a gritar a los cuatro vientos las excelencias de februarius (el lector perdonará el latinajo, pero por cuestiones de estilo repetir tantas veces febrero en un mismo párrafo no parece técnicamente de buen gusto).
Los fieles seguidores de este mes valoran, en primer lugar, su escasa duración. Hogaño veintiocho jornadas. Como es sabido, cada cuatro años hace un regate al calendario y se planta con un día más. Este hecho, el de ser el mes más corto del año, es de agradecer cuándo se suspira por la llegada de la nómina mensual. Puntazo para febrero.
Sigamos con lo positivo del mes. Como ya está referido, febrero no tiene ningún festivo de lunes a viernes. Sin embargo, en el corazón de muchos y en la caja de los grandes almacenes e incluso pequeños comercios, la fecha del catorce de febrero es el Black Friday del amor.  Esconde a San Valentín, gestor de las flechas de Cupido, que hoy se guardan en el carcaj de First Dates. (Como truco para fidelizar lectores, el arriba firmante anuncia solemnemente que dedicará la próxima columna a San Valentín). Ese San Valentín que es patrón y responsable del amor. También, con la misma responsabilidad-, de divorcios y separaciones.
Febrero es de igual modo el mes del ilusionismo. Cuando se va el sol, esconde en su chistera -formada por naves, porches, pabellones, plazas de toros y patios de colegio e institutos-, mucho personal. En esos lugares, y a pesar del frío, se ultima el carnaval y se ensayan las marchas de Semana Santa. Es lo que tiene febrero, que aparentemente es insípido e incoloro, pero es todo lo contrario. Es hermoso, brillante, colorido, querido y esperado. Los almendros y las cigüeñas dan fe de ello.
Sin él, las carnestolendas no tendrían lugar. La Semana de Pasión no tendría su brillantez. La otra pasión no sería igual sin su San Valentín. Y sin las consecuencias del amor, muchos abogados de tendrían menos carga laboral. La nómina, además, se cobraría dos o tres días más tarde.
Lo más terrible, esto último. Sobre todo en estos tiempos.

ARCHIVADO EN: San Valentín, Carnaval