Nos enfrentamos a la tercera semana de confinamiento. España arroja unas cifras terribles de la pandemia del coronavirus. El 20% del total de fallecimientos por este motivo, son españolas. La constatación de la ineficacia en la planificación previa para enfrentarse al problema no deja fuera de responsabilidad a nadie. La responsabilidad compartida entre Gobierno central y comunidades autónomas no exime a partido alguno de su parte de culpa.
Aquí no vale el decir y tú más. Madrid, Cataluña, País Vasco, Castilla-La Mancha, todos recogen récords en número y/o porcentaje de afectados o de muertos. Y ya no vale decir que los recortes los hicieron otros. Pero tiempo habrá para dilucidar responsabilidades, ahora es el momento de apoyar todos en la misma dirección. Hay que luchar contra un enemigo común, seguir las instrucciones de las autoridades competentes y procurar colaborar en el ámbito de nuestras posibilidades a que esto pase cuanto antes mejor. Todo aquel que critique algo, que se lo haga mirar antes de abrir la boca y que reflexione sobre lo que él está aportando para que esta situación se supere. Y no vale decir que no puede hacer nada, miente, puede aportar su apoyo, económico si dispone de medios por escasos que sean, moral si es que es capaz de darse cuenta de que los aplausos de las 20 horas de cada día ya son un símbolo importante al que se puede añadir cualquier otra iniciativa en redes sociales y apoyo de voluntariado. Ver el ejemplo del personal sanitario, de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, del ejercito, de transportistas, empleados de servicios esenciales, etc. hace ver todavía más claro que esta batalla la va a ganar la sociedad civil.
Si añadimos la demostración de eficacia de las empresas que se han volcado en apoyar en todo lo posible, son más los que suman que los que restan. Así que, ya llegará el momento de pedir responsabilidades, pero, de momento, al que critique y no aporte soluciones, que se calle y reflexione sobre lo que puede hacer para que esta situación no se agrave más.