Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


La Peste Roja

04/04/2020

Llaman Peste Roja al Covid-19, por su origen asiático y por las artimañas del pérfido Rasputín de Galapagar. En mitad del desconcierto e inoperancia presidencial, él sigue acumulando poder para aplicar su agenda: nacionalización de la Sanidad, la Educación, el sistema productivo y, de camino, control de la opinión pública, nacionalización de bancos, mutualización de los ahorros privados, secuestro de la libertad de expresión, expropiaciones, propaganda, estadísticas manipuladas y mentirosas.
Pero empezó de manera muy sibilina, allá por la Eurocopa de fútbol del 2008. La furia roja alcanzó la gloria, bajo el poder de Zapatero. Todo el mundo salió a la calle con la bandera rojigualda, a cantar el «yo soy español, español, español» al ritmo del Kalinka ruso. La Roja (selección de fútbol), como así se la empezó a denominar en los medios de comunicación, nos unió.
En el 2009 comenzó a emitirse en la televisión pública española la serie Águila Roja. Un justiciero social, de artes marciales asiáticas, en mitad del medievo castellano. Atacaba al poderoso, protegía al desvalido, con sus aguilicho rojo de continuo en la pantalla, luchando contra circunstancias opresivas adaptadas de la actualidad.
Poco a poco se iba inoculando en nuestro inconsciente, el rojo salvador. Llegó el súmmum de la gloria futbolera: la Roja campeona mundial en Sudáfrica. Se hicieron grandes boatos y rojigualda exaltación del poder de los que vestían la Roja, corría 2010.
A raíz de la inacción zapateril con su economía de brotes verdes, nos hundimos en un negro pozo de dificultades económicas, decorado con sus bermejas soflamas. Surgieron manifestaciones y movimientos por doquier, del lado rojo de la sociedad, ellos tenían la solución, los de la zeja, pero la mayoría de la población votó por alguien que nos reflotara: mayoría de Rajoy, ellos no aceptaron.
El movimiento rojimorado del 15M alumbró un nuevo amanecer para la izquierda. En 2012 el fútbol ya no nos llenaba, la crisis hacía verdadera mella en nuestra vida y, aun ganando otra Eurocopa, la gente profería más improperios a los gobernantes que aplausos a los deportistas.
En una década hemos visto crecer exponencialmente, como en los albores del siglo XX, la expansión de una radicalidad pasmosa. Hablan de república, de cambio de modelo del Estado y lo están logrando, el virus es la excusa.