Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


No podrán detener la primavera

09/04/2020

«Podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera», decía Neruda. Y así es. La maleza salpicada de flores amarillas y malvas crece en la Vega Baja, espero que no la aplasten después con cemento, mientras los gatos campan a sus anchas en ese espacio convertido en un espejismo de selva urbana. Mi paisaje durante el confinamiento. Un lujo, lo reconozco.
Esos tonos brillantes que nos trae abril contrastan con el blanco y negro de unas calles vacías, tristes, fantasmagóricas. En silencio. El vídeo del Casco de Toledo desierto que circula estos días por las redes es demoledor. Ojalá nos sirva para darnos cuenta de la necesidad darle vida, con tiendas de barrio, con gentes apegadas a lo suyo, que paseen, que disfruten, más allá del turismo de masas que deambula tras un paraguas de colores. Que quienes visiten la capital contemplen una explosión de corazones, de almas, no de luces destellantes. Apostemos por un Casco lleno de vecinos, de casas habitadas, plagado de futuro. Y ahí los jóvenes juegan un papel esencial. Démosles la oportunidad de residir en su capital, que se sientan orgullosos de esas piedras, que defiendan su patrimonio, su río, su paisaje, que se impliquen en el desarrollo de una ciudad que es de todos, incluso de la humanidad.
Por cierto, en estos días de aplausos a quienes nos facilitan, en sus diferentes profesiones u oficios, la cuarentena, me gustaría dedicarles uno prolongado a ellos, a nuestros chicos y chicas, que están demostrando una actitud ejemplar durante este eterno confinamiento.  Más allá de esa imagen que se nos ha querido a veces vender de chavales que ni estudian ni trabajan, que se divierten con el botellón o que no se implican en los problemas de su entorno, ahí están, dando la talla mientras la edad les empuja a salir, a conquistar el mundo, a devorar las oportunidades que la vida les ofrece. Muchos han perdido a sus abuelos, sin poder darles ese abrazo que tanto les reconfortó en su infancia. En su encierro, estudian, trabajan o hacen labores de voluntariado. Su sacrificio de ahora, su responsabilidad, se debe premiar en un futuro. No les envenenen, señores políticos, con la idea de las dos Españas que apenó a Machado. Si lo hacen, la historia les pasará factura. Superemos esta tragedia sin consignas, sin odio, con espíritu crítico, con libertad. No hipotequemos la vida de quienes habrán de regir el futuro de nuestro país. Para ellos, nuestros jóvenes, pues, una ovación. Para mi hijo, además, permitídmelo, un abrazo.