Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Lentocracia

03/03/2021

Podría empezar diciendo que es la disciplina que dominan los lentos. Pero en la lengua italiana el término sí existe y, además, con el significado que se le presupone.
Dices de las ineficiencias derivadas de las complicaciones que suponen las regulaciones y la rigidez de su aplicación por el aparato burocrático.
La adaptación de esa terminología al Román paladino vendría a significar lo despacio que se hacen las cosas por culpa de una extensísima aplicación normativa, inflexible y poco adaptada a la realidad que vivimos.
Estamos en el país de los lentos, nos dominan y encima tenemos que estar les agradecidos por su forma de actuar, en realidad, por no actuar.
La toma de decisiones necesita de agilidad, si es que queremos que esto tenga solución. Es decir, si queremos que los fondos europeos, esos famosos 140.000 millones de euros, nos caigan del cielo como el maná, algo habrá que hacer, pero, no lo están haciendo.
Desde Europa prometieron el presupuesto, nos convencieron de que saldríamos mejor de esta situación, y se tumbaron con los pies sobre la mesa del despacho a verlas venir. En Castilla-La Mancha hablan de cientos de millones como si no hubiera un mañana, miles de millones como si fueran a barnizar las puertas de oro.
Si hacemos un símil con la Feria de Sevilla, están montando la caseta, han preparado una buena carta de raciones, le han puesto unos farolillos bien pimpolludos y la música suena tan ricamente. Pero, en realidad, es una caseta para unos pocos, pagada con dinero de extraños y dedicada solo a aparentar y malgastar unos pocos.
No hay proyectos porque no hay idea de qué se tiene que hacer, y lo peor de todo, lo manejarán ‘Pelé y Melé, y el rabo de la escoba’, amigos y familia. Estén atentos a los chiringuitos, que conocen, de los amiguetes con carné, porque los veremos aparentar a destajo que hacen lo que no hacen, dicen lo que no es, y gastan muy por encima de sus posibilidades.
La lentocracia italiana llegó y se unió a la pillería del Lazarillo. Tendremos nueva trama, nuevos eres y más tiempo perdido. Otro tren que se le escapa a la imperial ciudad de Toledo, así afrontarán nuestros hijos el futuro para entrar en el siglo XXII.