Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


Cuarenta años

11/02/2021

He oído en la radio a David Jiménez Torres, autor e historiador del momento que ha publicado el libro ‘2017: La crisis que cambió España’. Sostiene el escritor que el golpe de estado en Cataluña supone un hito, es decir, uno de esos acontecimientos que cambia el curso de la Historia. Y creo que no le falta razón. Escuchándolo con Alsina, me vienen numerosas reflexiones. Él compara 2017 con 1898, un año en el que aparentemente no ocurre nada, pero queda en el imaginario colectivo como el del desastre, que da nombre incluso a una generación literaria. Para los contemporáneos del 98, lo único que sucedió fue un cambio de gobierno entre los partidos conservador y liberal que protagonizaban la Restauración. Sin embargo, sabemos que fue el año en el que España perdió todo poderío colonial y quedó grabado a fuego en nuestro imaginario. Según Jiménez Torres, algo parecido ocurrió en 2017, donde no hubo cambio de gobierno, pero se produjeron los acontecimientos por todos conocidos del Primero de Octubre. Lo que hoy vivimos, con el gobierno de Pedro Sánchez apoyado por Esquerra, es consecuencia de aquello... Y diría más... Lo que ocurra el domingo en Cataluña, como siempre sucedió en España, marcará la vida política de los próximos años.
Los ciclos políticos de nuestro país duran cuarenta años aproximadamente, compás arriba o abajo. Page dijo ayer en Orgaz que los últimos habían sido los más fructíferos de la Historia de España. Y tiene razón. Pero España no ha sabido hacer frente todavía al desafío que realizó el nacionalismo catalán hace ahora cuatro años. Hay quien sostiene incluso que el golpe de estado no fracasó realmente y lo que ha ocurrido es que su neutralización ha sido a cambio de extenderlo al resto del país. Illa dirá, aunque no tengo tan clara en esta ocasión la operación monclovita.
Los nacionalismos catalán y vasco han sido verdaderamente desleales con la democracia que los auspició y acogió entre sus brazos. La culpa ha sido de todos, pero fundamentalmente de partidos como PSOE y PP, que no supieron ver nunca que, por encima de sus diferencias, estaba España. En esto lleva más culpa la izquierda, que nunca superó el complejo de Franco y la República destruida por sus propios errores. Ahora lo que sucede es que es legítimo pensar que el estado de las autonomías creado en el 78 no ha servido para canalizar el ansia nacionalista que todo lo invade, horada y depreda. Ha quedado demostrado que la bestia es insaciable y que el pacto con la fiera no vale para nada. De ahí que uno sea escéptico a nuevas formulaciones de tripartitos, aunque veamos en Illa a un hombre sensato que pudiera ser el principio del fin de algunos problemas.
Sabino Arana era un racista de tomo y lomo que sigue instalado en la boina del PNV. «Si un maketo (español), se ahoga en la ría, dejadlo que se hunda». Cambó, Maciá y Companys no son héroes de mucho mayor rango. La Esquerra se funda en el 31 e imita el modelo de organización del fascio de Mussolini en Italia para perpetrar la revolución obrera e independentista en Cataluña. La mayoría de los héroes de España son de mucho mayor talla que todos estos y, desde luego, ¡más longevos! Por eso, se apropian de ellos. ¡Hasta Colón! Y es que -Gustavo Bueno dixit- la causa de España es la causa de la libertad, aunque eso da para otro artículo. Del domingo, dependen otros cuarenta años.