Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Aplicaciones sociales

29/08/2019

Cada día crece el número de aplicaciones -programas informáticos destinado a usuarios finales-  que nos ofrecen mil opciones para facilitarnos la vida. Instaladas en nuestros dispositivos se convierten en una extensión de nuestros sentidos. Nos proporcionan conexión, actualidad y ubicuidad, haciéndonos sentir poderosos y cosmopolitas.
A pesar de eso, algunos opinan que al delegar cualquier esfuerzo en la máquina desaparece el empeño por vencer los obstáculos, propio del proceso de aprendizaje y de crecimiento personal, y nos convertimos en personas desvalorizadas e infelices que no saben hacer nada sin recurrir al dispositivo. Un poco en el sentido en que Hannah Arendt considera amoral al animal laborans,  que usa la técnica como un fin en sí mismo para ejecutar su tarea, frente al homo faber que se plantea la ética de la técnica, orientándola a la vida en común.
No puedo decir que esté al tanto de las novedades sobre aplicaciones y seguro que hay muchas que de conocerlas me llamarían tanto la atención como la que te ayuda a crear un barrio. Escuchaba en la radio presentarla a sus creadores. Contaban como facilitaba el contacto entre los habitantes de determinadas zonas con la intención de configurar un barrio que ofreciera la cooperación y la solidaridad entre aquellos que decidieran formar el grupo sin, aparentemente, ningún compromiso entre ellos. La aplicación según ellos es útil «para promover las relaciones sociales, ya que fuera del mundo virtual, en la vida real, todo sucede…».
Si digo que esta es una época de cambios sociales no deja de ser un lugar común, aunque nuestra sociedad postindustrial ha experimentado profundas transformaciones sociales y sigue en transición hacia un modelo de organización social que aún no se ha concretado. Sin embargo, de acuerdo con Durkheim la sociedad no dejará de ser un proyecto moral con principios, deberes y normas que permitan establecer nuevas formas de solidaridad y cohesión entre los individuos para dar lugar a una realidad colectiva superior.
Distintivo de un barrio es la interacción social que en mucho se asemeja a la vida en los pueblos. Todo el mundo se conoce, directa o indirectamente, y las relaciones sociales son más densas con mayor comunicación entre las personas, que no son indiferentes entre sí como ocurre en los espacios urbanos mayores. Esto promueve lazos de compromiso y solidaridad con los que el grupo apoya al individuo. Este ambiente aunque te garantice interés puede ser asfixiante como en Respiro. Película inspirada en una leyenda de Lampedusa que cuenta la historia de una joven de espíritu libre, a la que todos los vecinos tenían por insociable y loca por no doblegarse a las  normas sociales de la rutinaria isla, que acaba suicidándose por no adaptarse a las convenciones de los vecinos, quienes terminan sintiéndose culpables.
Si la relación vecinal y de barrio la mantienes con una aplicación, imagino que te liberas de compromisos porque la abres cuando quieres, permaneces en el grupo si te apetece o bloqueas al que te incomoda. Podría ser útil con un perro bastante molesto de mi barrio, mal educado y confinado en una pequeña terraza, que siempre ladra en tono poco amistoso cuando pasas. O con quienes, en plena zona histórica de Toledo, utilizan el balcón para dejar las zapatillas de deporte o la bolsa de la basura.