Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Año del vencejo

27/01/2021

El vencejo ha sido elegido por votación popular de la ONG Seo/BirdLife ‘ave del año’, mención que hace la organización «para concienciar a la población sobre la riqueza avícola del país y la importancia de la preservación de la avifauna». La población de vencejos ha bajado alarmantemente en los últimos años en la Península Ibérica, hablan los estudiosos de un 30 por ciento menos, lo que es una verdadera catástrofe, otro tanto ocurre con los gorriones, ave también urbana.
Me gusta la iniciativa porque desde niño el vencejo es el pájaro que más me ha apasionado. Los recibo con una enorme alegría cuando aparecen en primavera y me pongo triste cuando desaparecen, como por ensalmo, aún sin concluir el verano. Me puedo tirar horas observando esas persecuciones en escandalera, vertiginosas, acrobáticas, alborotadas, desordenadas, esos cambios violentos de dirección, esquivando obstáculos con una habilidad pasmosa, cuando vuelan y revuelan, incansables de la mañana a la noche, por encima de los tejados de nuestros pueblos y ciudades. Su presencia la tengo asociada al estío y su sonido es, sin duda, mi banda sonora preferida de esos interminables días de verano.
Los vencejos son los pájaros del aire, porque viven, literalmente, en el aire: se alimentan, beben, se aparean y duermen en el aire. Pero también son los pájaros del camino largo, de la aventura, recorren 7.000 kilómetros en un largo viaje desde África tropical y aquí se quedan tres meses para emparejarse, anidar, sacar adelante a sus dos o tres crías y volver, por eso el vencejo simboliza al peregrino, al emigrante, al extraño que se acerca a otras tierras y luego regresa, también los vencejos son los pájaros del misterio, del símbolo de la vida mortal hacia la eterna, en esa clave, El Bosco pintó bandadas de vencejos en el Jardín de las Delicias con una maestría que nunca se ha vuelto a alcanzar en la pintura. Los vencejos son también parte del alma de Castilla, en Unamuno, Azorín y Delibes tenemos hermosos ejemplos. En los escudos heráldicos representaba a los hijos segundones, sin derecho a tierra y por tanto obligados a marchar fuera a buscarse la vida.
Pocas aves predicen el tiempo como los vencejos: si gritan mucho de mañana es seguro que hará calor y tiempo estable, si desaparecen de pronto en su etapa de estancia que habrá tormenta o lluvia, solo regresan al nido cuando escampa.