Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Llamen al VAR

27/06/2020

Después de tantos meses sin fútbol, y con el balconeo como único deporte nacional, nos habíamos acostumbrado a que aquí no cabían las trampas, sólo el buenismo inocente, las causas bienintencionadas y el apoyo a los que lo necesitaban.
Pero ha sido abrir la puerta y ahora sólo vemos cómo incumplen las normas de civismo y distancia social los jóvenes y energúmenos que no se han concienciado y pasan de todo y de todos.
Seguramente muchos de ellos hayan recibido una receta en forma de multa por saltarse las normas, y ahora ahí los tenemos, por todo lo alto y riéndose en nuestras caras. Estamos viendo venir que nos van a encerrar de nuevo en casita y a ellos, que siempre hay que reírles las gracias, les da exactamente igual.
Esto es como el fútbol, volviendo al inicio, el VAR vale para todos, pero solo si no beneficia al Real, y si Messi sacude un par de empujones tabernarios  hay que reírle la gracia porque juega así el niño.
Pues eso, hecha la ley, hecha la gracia para beneficiar al que más me valga. Esa máxima, rememorando la tauromaquia que tanto deseamos poder volver a ver en directo, utilizando términos taurinos hablaríamos de una tomasina, arrimarse al filo del precipicio, en el borde mismo buscando el triunfo o la muerte, y ahí vamos.
No espero lo mejor basándonos en los datos de rebrotes, ni aspiro a recobrar pronto la vida que teníamos antes. Pero alguien tiene que poner cordura en una parte de esta sociedad que está echada al monte y no tiene pinta de haber quedado bien de sus cabales.
Todo apunta a que a la gente se le va a olvidar lo que hemos vivido y les da igual quién y cuántos hayan quedado en el camino. Relativizan todo lo pasado e incluso se inventan otro pasado más cómodo a sus cortas entendederas. Probablemente por complejo de escasez neuronal o similar.
Si alguien pensaba que esta sociedad había cambiado, o se ha creído el lema de Sánchez que se atreve a decir que salimos más fuertes, con una caída del 21% del PIB, sólo queda encomendarme a la oración, en espera de que llegue alguien y solucione esto sin alharacas, desde la normalidad, pero dando soluciones.