Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Noche de Reyes

05/01/2022

Es, posiblemente, la noche más esperada del año. Llena de ilusión, de sueños, de deseos. Una noche en la que todos nos queremos volver niños, en la que recordamos aquellas vigilias de la infancia, acechantes a que en la oscuridad nocturna la pálida luz de la luna delatara en la habitación o en el comedor las sombras de los monarcas venidos de lejanas tierras. Noches de insomnio infantil que al amanecer estallaba en gritos de alegría, en impaciencias a la hora de romper, apresuradamente, los hermosos papeles que, belleza efímera, ocultaban el deseado regalo. Los zapatos, estratégicamente ubicados junto a la copa de moscatel y el cuenco de leche para abrevar a los camellos, aparecían ocultos por los presentes de Sus Majestades de Oriente. En algún caso, tal vez más frecuente de lo que sospechamos, la vigilia concluía en un triste desengaño, como el que Miguel Hernández describió en su desgarrador 'Mis abarcas vacías': «Por el cinco de enero,/ cada enero ponía/ mi calzado cabrero/ a la ventana fría./ Y encontraban los días,/ que derriban las puertas,/ mis abarcas vacías,/ mis abarcas desiertas/…».
Tras las alegrías, quizá este año teñidas de melancolía, del Año Nuevo, llega puntual esta noche mágica. Las sonrisas de los niños, la nostalgia de los mayores, la expectación ante lo que nos encontraremos junto al árbol, o al lado de la cama, lo llena todo. Recordamos como hace dos mil años unos sabios llegados de lejos se presentaron ante un Niño, en brazos de su Madre, y le rindieron homenaje, pues escrutando las estrellas descubrieron un signo que anunciaba una nueva época para la Humanidad. Ignoramos cuántos eran. El relato de san Mateo sólo nos habla de 'unos magos de Oriente'. Magos, en el mundo oriental, era equivalente a sabios, astrólogos, posiblemente conocedores de las ideas religiosas del zoroastrismo que, como el judaísmo, esperaba la llegada de un salvador. El número tres aparece en uno de los más importantes autores cristianos de la época patrística, Orígenes, probablemente influido por los tres dones que ofrecieron. Reyes los presentará, evocando el salmo 71,10, san Cesáreo de Arlés en el siglo VI. Los nombres, Melchor, Gaspar y Baltasar, los encontramos en una obra de fines del VI, El Evangelio armenio de la Infancia, así como en la representación mural de los espléndidos mosaicos bizantinos de San Apolinar de Rávena; vestidos a la oriental y tocados con gorro frigio, evocan, un joven imberbe, un maduro de oscuras barbas y un níveo anciano, las tres edades del Hombre, que, a finales de la Edad Media trocarían, al representar a Baltasar de raza negra, en los diferentes continentes conocidos. Una hermosa forma de recordar el significado de esta fiesta de Epifanía: la salvación que trae el Niño se extiende a todas las razas, culturas y pueblos de la tierra; Jesús es Buena Nueva para Israel, pero también para los paganos.
¡Feliz noche de Reyes!

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