Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Luis Francisco Peláez

23/12/2020

Días pasados fallecía en Zaragoza el matador de toros talaverano Luis Francisco Peláez Rodríguez. Luis Francisco Peláez tuvo unos inicios brillantes como novillero, se colocó muy pronto en los primeros puestos del escalafón en el año 1952, temporada en la que cortó más de treinta orejas y varios rabos, saliendo a hombros de las más importantes plazas de toros de España. Peláez tenía temple, figura y maneras. Combinaba con equilibrio valor y arte. Y lo esencial en un buen matador. Transmitía. En aquellos años alternó en dura pugna con Antonio Chenel ‘Antoñete’ y Miguel Ortas, formando un cartel que se puso de moda con fuertes piques y bravatas entre los tres. Sus mejores faenas las realizó con un novillo de Hernández Plá en Palma de Mallorca –coso en el que llegó a torear seis veces en una misma temporada y donde le apreciaban tanto los aficionados que incluso crearon una peña con su nombre- y con un Mihura, de los de verdad, en Azpeitia, donde puso los pelos de punta a los más bragados.
Su apoderado, Nicanor Villalta, consiguió que debutara en Madrid el domingo 28 de junio de 1953 con novillos de Ignacio Rodríguez Santana, acompañado del mexicano Pepe Luis Méndez y el sevillano Manolo Zerpa. En los tendidos de Las Ventas se sentaron cerca de cuatrocientos talaveranos que se desplazaron desde la ciudad para animar a su paisano. Pero Peláez tuvo mala suerte en la catedral del toreo: lo enganchó el primer novillo cuando ponía un par de banderillas y fue a la enfermería con una cornada de pronóstico grave; el parte médico la describe así: «Durante la lidia del tercer novillo, el diestro Luis Francisco Peláez sufre una herida en la región perineal, que produce la apertura y desgarramiento del recto en la fosa isquiorrectal del lado derecho, llegando hasta atrás, hasta el coxis, con desgarro del esfínter anal».
A partir de ese momento su estrella declinó. Se recuperó, entrenó, volvió a los ruedos, tomó la alternativa, cómo no, en Palma de Mallorca, su plaza preferida, el 15 de agosto de 1956, fue su padrino el maestro cordobés José María Martorell y testigo Joselito Huerta con toros de la ganadería salmantina de Clairac, pero ya no alcanzó las expectativas que sus facultades y valor prometían.