Pedro Calvo Hernando

APUNTES

Pedro Calvo Hernando

Escritor y periodista


Las caras de una encuesta

23/12/2020

Cuando termina el año, se publica la encuesta electoral mensual del CIS, que registra un resultado algo menos favorable para el Gobierno, pero que no supone ningún peligro serio de anuncio de pérdida de las elecciones si el resultado fuese como el de la encuesta. Pienso que la predicción del CIS es lo menos desfavorable posible para el Gobierno de Pedro Sánchez, ya que es mínima la disminución de la distancia electoral con el resto de partidos. Estando, además, las cosas como están en España y en el mundo, podría decirse que esas predicciones resultan bastante poco preocupantes para el Gobierno de Sánchez. Esa mínima diferencia con resultados anteriores carece de significación de alguna importancia.

Puede decirse que, estando las cosas como están, los datos de la encuesta resultan incluso favorables y adelantan una sensible mejora en el inmediato futuro en el caso de que la situación política dejase pronto de estar machacada por la pandemia en su peor versión. Supongamos que en dos o tres meses y con los efectos de las vacunas, la situación dentro de las mentes políticas de las gentes puede dar un cambiazo favorable. Alguien me dirá que también puede ocurrir lo contrario. Pues sí, pero objetivamente esa suposición, que no es imposible, es sin embargo muy poco lógica. Es verdad que las cosas estas son impredecibles pero también es verdad que las predicciones no van a seguir estos rumbos por mucho tiempo.

No es preciso advertir que en este campo es imposible asegurarse de la evolución de las cosas, pero sí es cierto que lógicamente las cosas de la situación pandémica no pueden empeorar hasta el infinito. Y si sucediera lo contrario, la verdad es que no importarían mucho los resultados electorales, pues todos juntos nos iríamos al garete en menos que canta un gallo. La experiencia de estos meses pasados nos indica que la tendencia ha sido bastante variable. Quiere decir que puede suceder cualquier cosa y, por tanto, que las decisiones electorales de las gentes ni son seguras ni son matemáticamente actuantes. Lo contrario de lo que se afirma en algunos comentarios precipitados y muy interesados.

Lo lógico, en todo caso, es que en los meses próximos el sentido de la pandemia culpable cambie para bien, como se desprende de las previsiones que acompañan a las distintas versiones de la famosa vacuna. Y para las próximas elecciones faltan nada menos que tres años, tiempo en que las cosas pueden cambiar en la senda del interés del actual Gobierno de coalición. Y además se supone que Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y compañía no van a ser tan tontos como para estropear a sabiendas su futuro político inmediato. En todo caso, todos sabemos que si tres años en la vida normal es mucho tiempo, lo son más en la vida política. Son una eternidad, como es sabido.

Y en esa eternidad puede suceder cualquier cosa. Entre otras, que la derecha no extrema caiga ya del todo en la cuenta de que sus juegos eróticos con la extrema Vox sólo conducen a la larga al desastre y que la complicidad con ellos puede ser letal, cosa que no sucede en absoluto con la relación entre el PSOE y Unidas Podemos, el eje que sostiene al actual Gobierno de izquierda. Es muy posible que para el verano estas cosas y otras se hayan clarificado tanto que puedan ya mostrar un panorama que vaya aclarando el futuro hacia las siguientes elecciones generales, a celebrar previsiblemente a finales de 2023. Pero estas cosas y estos debates suceden por hacer los sondeos todos los meses. Pues muy bien.