Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


Elena Francis

10/06/2021

Elena Francis fue el programa radiofónico de gran audiencia, por el cual el régimen franquista del momento trataba de educar a las mujeres españolas con un toque moralista y sentimentaloide. Elena Francis daba consejos y respondía a las dudas, consultas y confidencias de un público que en su práctica totalidad era femenino.
Lo cierto es que la actual predisposición a absorber la propaganda moralista por parte del conjunto de los ciudadanos es perfectamente equiparable a la de aquellas mujeres, que escuchaban absortas y enajenadas los consejos de Elena Francis, planchando por las tardes mientras el marido se echaba la siesta:
«- Mi querida Elena Francis: Una amiga soltera que frecuenta discotecas y ‘boites’ me dice que ve con frecuencia a mi marido divirtiéndose con otras mujeres.
- Mi querida amiga: No se preocupe, los hombres son proclives al adulterio. Posiblemente se trate de una aventura pasajera. Tiene que conseguir que su marido se vuelva a interesar por usted al tiempo que se sienta bien en su casa extremando sus atenciones personales, quizá un tanto abandonadas por la rutina».
En la plasta de moral orientada a cómo tenemos que ser, a cómo tenemos que actuar y comportarnos en cada uno de los actos de nuestras vidas, a cómo pensar correctamente en la búsqueda del prototipo del pensamiento chic, la izquierda omnipresente se ha convertido en un consultorio sentimental que te come el coco con la visión ajena del que manda en cada momento:
 - Mi querida amiga: «El caso Gürtel muestra que la corrupción es algo sistémico, innato en la derecha, mientras que los ERE son cosas aisladas, con cifras que han sido muy exageradas, y el dinero de los ERE se repartía entre mucha gente, no iba a parar al bolsillo de unos cuantos burgueses aprovechados».
De este modo, la superioridad moral se advierte en cada uno de los discursos-sermones de Sánchez o de cualesquiera de sus ministrillos y general siniestra comparsa, que no dicen nada sin el toque de homilía divulgativa, educativa, moralizante y dogmática al más puro estilo Elena Francis, de corte cursi e infantil, convencidos de que ellos son los buenos, los que defienden los principios de empatía y justicia, mientras que los otros, los malos, solo se rigen por razones espurias, de autoridad y de orden. En este esquema que todo lo colectiviza, como en la época radiofónica de Elena Francis, las orientaciones morales van dirigidas a conseguir el recto proceder del pensamiento homologado del oyente, a través del bombardeo masivo de mantras, manejos, trolas, sofismas, hipocresías, demagogia y necedades que las redes sociales y los medios afectos se encargan de multiplicar.
Obviamente Elena Francis era un personaje ficticio y las cartas las contestaba un equipo de asesores, entre los que se encontraban un cura y un psicólogo. En el caso expuesto Iván Redondo hace de cura y de psicólogo.
Nada más, se despide, suplicante, Rosa marchita.