Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


La banda de Sánchez

25/07/2019

Reitera Albert Rivera a Pedro Sánchez que tiene un plan, «el Plan Sánchez», y que tiene una banda para ejecutarlo; «la banda de Sánchez». Hasta aquí todo correcto y hasta compartible por muchos motivos, si lo entendemos como una forma llamativa, simbólica y directa de dejar las cosas claras en lo relativo a desenmascarar el postureo, el cuento chino, la grandilocuencia, el buenismo imperante, las ganas de Sánchez de perpetuarse en el poder a toda costa y la nula exposición en el debate de los verdaderos planteamientos serios y concretos de futuro, respecto del desafío separatista al Estado de Derecho, la política fiscal, la económica y la laboral.
Lo que no me queda claro es la delimitación territorial de ‘la banda de Sánchez’, la exacta concreción y la determinación para Rivera de las personas e instituciones que componen la banda. Si son solo algunos de los miembros del Partido Socialista, junto con los futuros y previsibles socios gamberros de gobierno, a los que hacía referencia en su discurso, entre comunistas, separatistas, etarras y demás ralea, o si se incluye también en la banda, en su caso, a presidentes de Comunidades Autónomas, alcaldes y alcaldables del PSOE.  
Mi duda existencial, en tal caso, radica en saber a ciencia cierta si Ciudadanos también forma parte de la banda de Sánchez en Castilla-La Mancha, cuestión nada baladí, a los efectos de conocer el alcance del ‘Plan Sánchez’ en su verdadera dimensión territorial. Todo ello a la vista de los pactos alcanzados en nuestra Región en las ciudades de Ciudad Real, Albacete y Guadalajara. En Albacete donde socialistas y naranjas cerraron un acuerdo para repartirse el mandato con el fin de que cada partido pudiera liderar la alcaldía durante dos años, y también en Guadalajara, donde gobierna el PSOE con la participación de Ciudadanos en el Ejecutivo municipal. De donde se concluye necesariamente que Rivera excluye de la banda a Page y al PSOE de Castilla-La Mancha como si fueran de otro partido y no tuvieran complicidad ni implicación alguna, ni nada que ver con ‘la banda de Sánchez’. 
En este esquema de bandas que pinta Ciudadanos, y que no se refiere precisamente a bandas musicales, Rivera es el mismísimo Eliot Ness considerando súbitamente que cruzando el puente de Brooklyn la banda de Al Capone deja de ser la banda de Al Capone, permitiéndose licencia para el compadreo, el negocio y el reparto del pastel incluso con el propio Johnny Torrio, ‘consiglieri’ y mano derecha del capo.
La claridad y la coherencia, que debiera de ser la obligada característica más destacable de un político, para que el ciudadano sepa realmente a quien está votando, se torna siempre en todo lo contrario, en un esforzado ejercicio de disimulo y disfraz de las verdaderas intenciones o capacidades.