Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


Destrucción climática

06/11/2022

La culpa de que el clima del planeta ascienda de forma progresiva desde hace muchas décadas, tal vez siglos, es del hombre, y vale ya. El negacionismo del cambio climático, tan terrible y equivocado como el afirmacionismo radical, ya no consiste en discutir que los termómetros se disparan y los fenómenos meteorológicos extremos están a la orden del día. Eso ya pasó a la historia del dogma porque nadie con ojos y un mínimo de entendimiento pierde un solo minuto en cuestionar algo evidente. Ahora el terraplanista, la nueva etiqueta woke inventada para descalificar a todo el que discrepa de la verdad impuesta, es el que osa discutir que el origen de este colosal desafío considerado como una emergencia mundial de implacables consecuencias está en la acción del hombre, de las industrias, los transportes, las ciudades. Y sobre todo el que duda de que el fin del mundo vaya a llegar en cuestión de semanas, tal vez días, siquiera unas horas. Sea científico o el hijo del vecino del sexto.

Los jóvenes y no tan jóvenes activistas que están llevando a cabo las acciones de defensa del medioambiente agrediendo obras de arte que son patrimonio de todos los humanos, han estudiado muy bien su estrategia. Objetivo, salir en televisión. Una vez amplificado su mensaje, una vez lanzada la lata de sopa de tomate o el puré contra el cuadro mítico de este o aquel gran museo de occidente, su ideología climática totalitaria ganará adeptos por la vía de la liquidación por derribo. Piensas lo mismo que yo, o me cargo la Gioconda. Puestos a ser originales, me habría gustado más que utilizaran un bote de la sopa enlatada por excelencia, la Campbell's que retrató el arte pop con mucho más talento del que estos podrán nunca desplegar. Y podemos retarles a que vayan a China a destrozar sus obras de arte alguna vez. Así comprobarán cómo se las gastan en el país más contaminante.

Hace un par de veranos, la cuenta de twitter de un importante medio de comunicación publicaba un mensaje que sacudía las conciencias de todos los que aman el lugar en el que vivimos, la Tierra. Ofrecía una noticia sobre la inundación que con toda seguridad se producirá por el aumento del nivel del mar más pronto que tarde, que provocará, entre otras muchas catástrofes inminentes, que la ciudad de Santander quede sepultada bajo las aguas. El comunity manager se creció ante la gravedad del informe medioambiental, y agregó de su propia cosecha la frase "¡Tenemos que hacer algo, YA!". Su empeño no ha conseguido que nadie haga nada, por supuesto, de ningún color político. Pero tampoco se ha detectado desde entonces una subida del nivel del agua en la playa del Sardinero, y va ya para dos años de aquella exclamación desgarrada a la que se sumarían nuestros amigos de la sopa en lata y el puré de patatas.