Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Brecha del conocimiento

22/06/2020

La ampliación de la esperanza de vida ha supuesto que hoy convivamos tres generaciones. Los nacidos desde finales de los 30 hasta 1960, para los que palabras como ‘Inflación’, ‘Deuda Externa’, ‘Devaluación’ y ‘Crisis’ les son familiares y que tuvieron que luchar para salir de una España pobre y gris.
Por la experiencia vivida buscan certidumbre económica, tienen unos valores definidos respecto a la familia y el entorno que les rodea.
Después está la llamada Generación X, formada por los nacidos entre 1961 y 1985. Reciben este nombre por la dificultad que la generación anterior tenia para entenderla.  Ha sido la generación que ha impulsado la tecnología, Internet y el mundo digital. Han sabido valorar el talento y la experiencia y admiran el esfuerzo que hicieron sus padres para salir adelante en momentos tan difíciles como les tocó vivir. Por eso, salvo excepciones, no disculpan a los incompetentes y a los vagos. Tuvieron que luchar para estar entre los mejores y poder dirigir equipos o liderar proyectos y era normal que algunos llegaran a posiciones directivas entre los 30 y los 40 años.
Y luego está la generación de los llamados Millennians. Ya nacieron con Internet, son la primera generación.com, sus medios de comunicación son las redes sociales, su dependencia de la pantalla del móvil o del ordenador les sobre estimula.
Las tres generaciones están obligadas a complementarse para salir del embrollo en que un virus nos ha metido. Tenemos que superar la brecha generacional para dar lo mejor de cada uno. Hoy tenemos la obligación de entendernos todos, aunque haya descerebrados que consideren a los mayores como material de desecho, mientras otros también piensen que los jóvenes nunca están preparados para asumir responsabilidades. Y eso que en mi generación eras joven como mucho hasta los 25, no como ahora que a los 35 se les sigue protegiendo. Y todos juntos debemos luchar también para superar la brecha del conocimiento. Todo nuestro esfuerzo se ha de volcar en lograr la mejor formación para todos. La brecha generacional se puede y debe salvar, pero como no luchemos para reducir la brecha del conocimiento que nos separa de otros países, estamos condenando a las futuras generaciones a depender de lo que otros decidan por ellos.